Tomaré todas las fuerzas en mi alma, de mi cuerpo, de mi mente; lo puedo hacer, sé que debo, tengo que hacerlo, no hay otra solución 《me decía a mi misma》
- Hola
- Si, diga
- ¿Hablo con Franco?
- Sí - riéndose - Aldeine .. ¿Eres tú?
- Sí - arrepentida - disculpa, adiós
No pude hacerlo, no pude, maldita sea, él debilita todo mi ser, cómo es que puede hacer tanto en mi, no debí dejarlo nunca tener aquel poder en mi; parece ser feliz, no se sorprendió de que lo llamará, incluso parecía divertirse. ¿Habra estado con alguna chica? Conociéndolo, quizá si.
Estoy a punto de llorar y no puedo hacerlo, me lo prometí a mi misma, prometí no llorar, mucho menos por él.
Sigo parada en la tienda del teléfono público, atontada, en un mini-shock; todo aquí parece tranquilo, parece ser una calle poco habitada, no tengo otro contacto al cual llamar, cierro mi agenda y la pongo en la cartera de cuero que me regaló mamá. Salgo de la cabina y empiezo a caminar hasta la parada del bus a mi casa. Pienso en él, no lo saco de mi cabeza, la verdad es que sí, cuando se trata de sentimientos, no hay mente que mande, solo sientes y ya.
Estoy llegando, ahora si hay muchas personas, como 20, muchas para un camino tan corto, mejor dicho, muchas personas para mi en este momento. Saco mi agenda de mi cartera, leo y leo su nombre una y otra vez, sigo caminando, falta media cuadra hasta llegar a la parada de buses. Alzo la mirada y caigo. Tropezé, pero parece que no fui la única que colaboró con ese accidente, estoy media sentada, hay un chico frente a mí, con reflejos más rápidos que los mios al parecer. Me siento mareada.
- Me he pasado de torpe, lo siento mucho ¿Estás bien? -pregunta preocupado
- Sí
- No te veo bien
- Dije que me siento bien
Me ayuda a levantarme, y veo frente a mi a un chico con ojos marrones muy claros, piel blanca, cabello marrón ondulado, pestañas y cejas oscuras y gruesas, labios carnosos y una sonrisa dulce. Tiene brazos fuertes, logró ponerme de pie sin que yo colaborára.
- ¿Segura que estas bien? -me pregunta dulcemente
- Sí, no te preocupes -digo sutilmente- Mierda-digo, al darme cuenta de que mi cartera y mis apuntes se cayeron
- Wao - dice sorprendido - tranquila, yo te ayudo
Levantamos juntos las cosas que se me habían caído, y enseguida las ponemos en la cartera.
- Me llamo Hans - me dice, dándome su mano
- Ald- Aldeine, me llamo Aldeine- digo asi tartamudeando
- Lindo nombre, Aldeine- dice sonriendo-
Me deja sorprendida, es realmente encantador, tiene ojos encantadores, tiene una sonrisa encantadora, él es encantador
- Gracias, igual el tuyo, Hans -digo, sonrojada.
Veo mi bus detrás de él
-Tengo que irme
- Vale Aldeine, te pediría tu número, pero sonará muy atrevido que un extraño te pida el móvil ¿Cierto?
- Hans, en serio tengo que irme, mucho gusto y disculpa por la torpeza.
Y corrí hacia el bendito bus, que por cierto, estaba a punto de irse, entre y observé un asiento vacío junto a un chico, pedí permiso y me senté. Me pongo a pensar en lo que acababa de sucederme, me gustó aquella torpeza, volteo a ver si logro alcanzar mirar a Hans desde aqui hacia la parada de buses, pero el bus ya había avanzado mucho.
No dejo de pensar en Hans, por un largo tiempo, me quedo con una sonrisa atontada
***