"Es claro que te gusta, no entiendo porque no se lo dices".
Desde hace tiempo Lance sabía que algo raro sucedía con él, desde que había implementado lo del "espionaje palomesco", podría decirse que sus sentidos se iban acoplando con lo que él hacía aun de humano. No es que fuera a poner un huevo de repente, por supuesto que no, sería algo humillante... pero era otra cosa más personal. Podía entender a las palomas.
Lance decidió ignorar ese comentario de parte de su anterior enamorada emplumada, ella hacía ciertos comentarios que hacían que él se sintiera incomodo porque solía decirlos a pesar de que Walter estuviese presente, no es como si él fuese a entenderle, el problema era es que no podía responder a eso sin que lo viera de una forma preocupante. Seguramente si lo viera actuar solo un poco extraño, Walter iba a querer llevarlo al hospital más cercano... se había vuelto más observador de su persona, por lo que Lance era cuidadoso en mostrar sus emociones, cualquier error y podía darse cuenta de aquel secreto que ocultaba.
— ¡Walter! —gritó cuando entro a aquella pequeña casa en la que vivía, Lance le había dicho que se mudará a otra casa un poco más amplia y digna para su laboratorio, ahora podía hacerlo con su nuevo salario. Pero Walter solo decidió reconstruirla de nuevo, tal cual como estaba, Lance decidió no insistir más ya que él comprendía lo que esa casa significaba para Walter. Recuerdos, recuerdos con su madre y su abuela. Quizás de cuando se sentaban a comer el desayuno o haber esa novela que no recordaba cómo se llamaba, pero estaba seguro que se trataba de alguno de esos programas coreanos en donde los enamorados aparecían rodeados de brillo y viento suave, donde todo iba bien una vez que dijeran lo que sentían, pero Lance sabía que no era así en la vida real.
— ¡Estoy en la cocina! —la voz de él le dio un pequeño sobresalto, ¿cuánto tiempo llevaban juntos? Desde ese día que capturaron juntos al sujeto de la garra, desde ese día que no le importó volverse de nuevo una paloma e ir a rescatarlo pese a las probabilidades de quedarse así por un tiempo, ya no podía contar los días en los que se había acostumbrado a entrar a la casa de su... colega como si fuera la suya propia.
— ¿Ahora estás experimentando con la comida? ¿Qué carajos es esto? —dijo Lance en cuanto entró y vio una especie de espuma azul moviéndose a través del suelo.
—Es parecido al arma de "feliz, feliz". Sólo que está es comestible, una vez que el villano la come toda ira desaparecerá.
—O morirá envenenado. ¿Seguro que es comestible? —preguntó Lance, arqueando una ceja viendo como golpeaba con la escoba la espuma azul para que se mantuviese quieta.
—Aún no la he probado, pero quizás tú podrías...
—Olvídalo, Walter. Una cosa es que me puedas convertir en paloma y otra es que me intentes envenenar.
La mirada de Walter se entristeció, su brillo se apagó solo un poco y Lance sintió que su razón se estaba perdiendo.
—Nunca podría probarlo... contigo. Si no fuera seguro, jamás te haría probarlo... yo solo...
Lance suspiró, apretó un poco su mano para ver si calmaba esa sensación que tenía, Lovey voló hasta su hombro.
"Podrías al menos tratarlo mejor, endulzar un poco tus palabras".
Lance ignoró lo que estaba escuchando, miró de nuevo a Walter y puso su mano sobre su cabeza. Lance despeino aquel cabello suave que le gustaba tanto pero que jamás admitiría en voz alta, no por él sino por Walter. Apostaba que ni siquiera tenía idea de lo que estaba ocurriendo por su mente.
—Bien, bien... lo probaré, pero si algo pasa...
— ¡Yo me haré responsable! —le había gritado de repente, Lance soltó una pequeña risa al verlo con los ojos cerrados y las mejillas rojas por la conmoción del momento.
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El idioma de las palomas
Romance"Es claro que te gusta, no entiendo porque no se lo dices". Desde hace tiempo Lance sabía que algo raro sucedía con él, desde que había implementado lo del "espionaje palomesco", podría decirse que sus sentidos se iban acoplando con lo que él hacía...