Pablo observó incrédulo a la persona que tenía en frente. Él no esperaba encontrarse con ella, él quería creer que ella no era el topo. La mujer de cabello castaño lo observó con sorna, ella estaba atenta a que él intentara cualquier cosa, en especial cuando notó que él afirmó el agarre sobre la empuñadura de su VP70.
—¿Por qué? —preguntó en estado de negación, a lo que la castaña fijo su mirada en sus ojos— ¿Por qué? ¡¿Por qué tenías que ser tú?! ¡¿Por qué tuviste que hacerlo, Nadia?!
Ella lo observó taimadamente y le sonrió de manera depredadora.
—Eso no es de tu incumbencia, Pablo —ella contestó tranquilamente, provocando que Pablo la observara con desprecio.
—¡¿Qué no es de mi incumbencia?! —Pablo le preguntó indignado, por su parte ella sonrió de lado mientras le apuntaba con su Glock-17.
—Esto no tiene que ver con Landavidis, con la familia real, con la población civil o mucho menos contigo —le contestó tranquilamente ante la expresión claramente irritada del pelinegro.
—¿Y eso que tiene que ver? —él le preguntó.
—Tiene que ver con los ideales Pablo, y tus ideales no son los míos, no ahora. Mírate de ser una de las personas más inteligentes que he conocido, reducido a ser el perro faldero del General Supremo actualmente —ella comentó con desprecio al ver el uniforme negro del pelinegro.
Pablo apretó los dientes, pues esa situación era extremadamente difícil para él.
—¿Y eso te hace traicionar a tu nación, para trabajar con nuestros enemigos? —le cuestionó bastante irritado.
Nadia miró con detenimiento a su alrededor. Miró el sitio en el que estaban, miro los cuerpos de unos soldados enemigos que Pablo se había encargado de dejar inconscientes antes de contactar con ella. Contempló la bodega a medio caer pero no le respondió al soldado landavidés, definitivamente no le iba a contar el porqué de su traición, no por ahora.
—¡¿No vas a responder?! ¡Vamos hazlo! —él le exigió a sabiendas que tenía que ganar tiempo.
Ella sabía que él trataba de ganar tiempo para que llegaran sus refuerzos pero ella también estaba haciendo lo mismo, solo esperaba para que la caballería llegara.
—¿Sabes Pablo? —ella le preguntó de forma tranquila—. Hubo un tiempo que yo confié en ti, pero...
Nadia se quedó en silencio, como si estuviera pensando en algo.
—Eso quedó atrás, tú y ese viejo no entienden que luchan por una causa perdida —terminó de forma seca mientras se acercaba pero no lo suficiente para que él la desarmara, pues ella era perfectamente consciente que él era capaz de hacerlo con facilidad dado a que él tenía mucha más fuerza y entrenamiento que ella.
Ninguno de los dos se movió inmediatamente, precisamente porque sabían que cualquiera de los dos respondería de forma inmediata. Pablo observó a Nadia con una expresión impasible, pues él sabía que la mujer le ocultaba algo y no pudo evitar pensar en su pequeño hijo extraviado.
—¿Y qué hay de Dante? —Pablo preguntó de forma desesperada— ¿acaso él no te importa?
Nadia mantuvo su expresión en blanco, como si ella estuviera jugando una exigente partida de póker.
—Justamente esto lo hago por él.
—¿Por él? —Pablo preguntó incrédulo mientras trataba de encontrar una apertura para desarmar a la castaña de ojos ámbar que tenía en frente.
Nadia notó que había hablado de más y empezó a pensar en como hacer que olvidara lo que había dicho, cuando ocurrió algo que le pareció una magnifica coincidencia, pues sus refuerzos habían llegado para sacarla de ahí pero al parecer se encontraron con los refuerzos de Pablo. Entonces ahí fue cuando tomó la decisión de unirse a los invasores, y en ese instante aprovechó que Pablo se distrajo por los disparos para dispararle en el pecho.
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Legado
Açãola lucha de Pablo por expulsar a los invasores de su país y combatir a los traidores lo llevará a descubrir hechos que no conocía, tendrá perdidas que lamentará y traiciones que lo destrozarán pero él se mantendrá en pie... ¿y tú estarás dispuesto a...