VENDIDA - 1

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LALI:

A veces la vida no es como deseas. Y por supuesto, me entere de que mi vida no era la deseada cuando cumplí los dieciséis años. Mis padres, Majo y Coco, me prepararon una fiesta hermosa, me regalaron cosas preciosas y disfruté muchísimo. Por lo menos hasta que mi hermano, Patricio, comenzó a pelearse con un pibe. Y ahí, mi mundo, se desvaneció para siempre.

Mis padres, a los que consideraba los mejores padres del mundo, comenzaron a ser los peores. Descubrí que se habían casado de forma forzada, respectivamente, al ser los hijos de los dos cabecillas de la mafia del barrio.
Claro, debían estar juntos... Y desgraciadamente, en vez de estudiar o trabajar en cosas normales, continuaron con los sucios negocios de sus padres: drogas, usura, trata de blancas... Todo tipo de negocios sucios que, terceras personas que trabajaban para sus padres, se dedicaban a realizar.

Y justamente, aquel chico que se me había insinuado, era el hijo de uno de los trabajadores de mis padres. El chico, al escuchar los insultos de mi hermano, había perdido los papeles y lo había contado todo, absolutamente todo, conmigo delante. Mis padres intentaron frenarlo en diferentes ocasiones, pero yo no era una niña pequeña, ya lo sabía todo, absolutamente todo sobre los negocios de mis padres.

Así que desde el 10 de octubre de 2007, el día de mi 16º cumpleaños, no les dirigía la palabra, ni a ellos ni a mis hermanos. Ellos habían intentado, en muchas ocasiones, hablar conmigo, pero yo me negaba. No tenía una sola razón para dirigirles la palabra después de todo lo que me habían ocultado. ¿Por qué mis hermanos sí y yo no? ¿Por qué era la niña pequeña? ¿El bebé de la familia? Por Dios, ya tenía 16 años. La mayor parte de mis amigas del colegio salían solas, de fiesta, con amigas, con sus novios... Pero por supuesto, para mis padres, eso era inimaginable. Su hijita pequeña no podía salir sola de casa sin que dos de sus guardaespaldas me siguieran.

Por lo que, cuando una de mis compañeras del colegio me invitó a su fiesta de cumpleaños, no dudé en decirla que sí. Por la tarde, nada más llegar a casa, fui hasta el despacho de mi padre y con malos modales, sin llamar a la puerta, entré:

—El sábado tengo una fiesta. Voy a ir.

Mi padre suspiró, se quitó las gafas que siempre se ponía para leer y me miró fijamente:

—¿Te he dado ya permiso?

—No me hace falta tu permiso —respondí—. ¿Acaso a vos te hace falta mi permiso para matar a gente y vender órganos de seres humanos?

—No empecemos como siempre, hija.

—No empiezo como siempre. Vos te lo buscaste, y bueno, te recuerdo que voy a ir. Y mañana iré con Candela a comprarme un vestido, usaré la tarjeta de crédito... —dije. Después me di la vuelta y comencé a caminar hasta la puerta. Pero mi padre volvió a hablarme.

—Te acompañará Teodoro, te dejará en la puerta de la casa de tu amiga y te recogerá antes de las doce, ¿te parece bien?

Volví a darme la vuelta y negué con la cabeza:

—Quiero quedarme como todas, hasta las tres.

Mi padre abrió mucho los ojos:

—No...

—Entonces tal vez, y sólo tal vez, prefieras que llame a la policía para contarle todo sobre tus negocios sucios.

—Hasta las dos —dijo mi padre, al parecer, atemorizado.

—Hasta las tres, no te pienso dar ninguna otra opción.

Mi padre suspiró y asintió con la cabeza:

—Pero por favor, no bebas, y no confíes en ningún chico...

Pero para entonces, yo ya estaba fuera del despacho. Iría a esa fiesta, y me divertiría como el resto de chicas de mi edad. Me lo merecía, después de tantos años encerrada en mi jaula de oro... Tenía que salir y divertirme. Total, tenía 16 años, si no me equivocaba ahora, ¿cuándo iba a hacerlo realmente?

-...-

PETER:

17 años de mierda. No podía estar más harto de mi vida en este momento.

—Pero, ¿qué narices la has hecho, Peter? —me preguntó Nico—. Pero si solo la has puesto los cuernos.

—Al parecer, parece que he matado a sus padres —dije suspirando.

—Acaba de llegarme otro mensaje —Agustín se mordió el labio—. Dice que la tenés pequeña...

Me pasé la mano por el pelo y volví a suspirar. Brenda iba a hacerme la vida imposible por un maldito error. Estaba borracho, y la chica era sumamente hermosa. Me había equivocado, y Brenda no iba a perdonarme.

—Pues, esta noche creo que va a la fiesta de Eugenia. Son amigas... —Nico se encogió de hombros.

—Pues yo no voy —anuncié—. Adoro a tu novia, pero esa mina no me va a volver a poner en ridículo, y por cierto, no la tengo pequeña.

—Te la he visto —dijo Agustín riéndose—. Y, una cosa, esta noche va a haber más minas. Y sabemos como es Brenda, seguro que hace todo lo posible por chaparse a alguien. Así que, puedes aprovechar y buscar a alguna chica linda.

—Agus, a veces de verdad tengo dudas sobre tu orientación sexual —dijo Nico riéndose—. Tendré cuidado cuando juegue al rugby, a ver si vas a hacer algo que me pueda poner en peligro.

—¡Idiota! —dijo Agus pegando a Nico en la cabeza—. Y bueno, ¿qué decís, Peter? Vamos, no me dejes solo en la soltería... Vamos a ser los más facheros de la fiesta.

—Y yo también —dijo Nico quejándose.

—Vos ya estás casado, desde hace, 3 años creo —Agus levantó una ceja—. Bueno, ¿venís o no? Te busco una mina, de verdad...

—No hace falta que me busques a nadie. Iré, a ver si al menos puedo arreglar las cosas con Brenda.

—Pollerudo... —dijo Nico.

—¿Perdón? ¿Me estás llamando pollerudo a mí? ¿Quién habló de pedirle matrimonio a Eugenia esta noche? ¿Eh? Por Dios, Nicolás... —me quejé.

—Yo sigo diciendo que tenés que venir esta noche Peter, las amigas de Euge están todas buenas. Son todas porristas, o la mayoría al menos, de verdad, olvídate de Brenda. Si te quisiera te perdonaría...

Inspiré hondo:

—De acuerdo.

Agus me sonrió y me dio una palmadita en la espalda:

—¡Vamos, man! ¡Sierra y Lanzani, nuevamente a la carga! ¡Que se preparen las minas que nos las vamos a comer a todas!

VENDIDA - LA MAFIA IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora