Color

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¿Sabes de qué color es la humanidad?

¿No?

Es sencillo, los humanos, en toda la plenitud de nuestra imperfección, somos completamente grises. En realidad, al nacer somos totalmente blancos, inmaculados, tan limpios que si no cambiarán nuestros tonos podríamos ser llamados perfectos. Pero la vida nos lleva por caminos embarrados de lodo. Chocamos con arcoiris y, en ocasiones, somos abrazados por la fría oscuridad.

Al ser solo niños, nos salpicamos con pequeñas manchas amarillas. Sólo tenemos una emoción, y es brillante y cálida. Siempre reímos y adoramos los simples placeres de nuestra pequeña existencia. Pero pronto encontramos manchas azules. Lloramos, más de incomodidad que de tristeza. Aunque tal vez, algo tan simple como una rodilla raspada o un juguete roto, sea devastador a nuestros cortos 5 años. Entre más nos desarrollamos, más tonalidades pintan nuestro ser. Roja ira, verde envidia, miedos morados...

Muy pocos, terminan completamente azules a tan sólo 12,años de vida. Nuestra simplicidad nos dibuja con colores menos intensos. Ningún sentimiento de nuestra infancia nos hará sentir con la intensidad que lo harán nuestras emociones adolescentes o adultas.

En esta etapa tan pesada solemos escoger pintarnos de un sólo color. Elegimos suprimir con falsas capas de pintura, todas nuestras manchas asimétricas. Algunos somos rosas, otros azules, otros rojos, morados, incluso verdes. Ya casi no habrá nadie con espacios blancos. Los pocos que quedan, serán ensuciados a la fuerza. Otros se visten con una cubierta completamente negra. El color negro no puede mancharse con nada. Cubre todas las irregularidades, todas esas partes de nosotros que no queremos que nadie vea. Todos tienen partes negras. Todos tenemos algo que esconder.

Pero al menos en ese punto, en la busca de suprimir lo que nosotros mismos consideramos problemas o imperfecciones, nos lleva a descubrir nuestros verdaderos tonos. Aceptar nuestros propios colores suele ser complicado, nos hace falta seguir creciendo.

Pero apenas si vamos a mitad del camino. Dejando nuestra vivamente coloreada niñez, empezamos a evitar que otros nos pinten. Las paletas pueden ser desde las más cálidas a las más frías. Con el tiempo, los colores toman más y más significados.

Dejáme contarte un historia:

La chica celeste, tan delicada y frágil, se enamoró de un chico carmesí, que era tan impredecible y agresivo. A pesar de que su amigo verde siempre la amó, ella decidió darle su corazón a ese otro hombre. Su piel etérea terminó manchada de moradas marcas, alrededor de sus ojos y en su delgada cintura. El chico verde lloró por el destino de su amor y sus colores se perdieron al consumirse a sí mismo, junto a una botella y un bote de pastillas.

Pero esa es una trágica historia ¿No es así? Los problemas de ser humano residen en lo complicadas que pueden ser nuestras emociones. A veces sentimos demasiado, mientras otras perdemos el sentido de lo que siquiera significan esas palabras. Somos rojos, verdes, azules, morados, amarillos, naranjas, blancos y negros. Nos mezclamos, y surgen más tonos. Más y menos intensos.

La moralidad también nos afecta. Nuestras decisiones también. De quién nos enamoramos, quienes somos y adónde vamos.

Sin embargo, no importa al final. Sin quererlo terminamos creciendo grises.

Las traiciones, las decepciones descoloran nuestra alma. Grises como las nubes de tormenta. Como las rocas.

Pero... ¿Por qué?

¿Acaso la tormenta no tiene derecho a amainar? ¿Y las rocas? ¿Por qué no pueden amar?

Somos grises, pero sólo nosotros decidimos si queremos permanecer así. Un alma lastimada puede volver a curar. Crecer no nos debe hacer infelices. Es tu decisión que color le quieres dar al mundo y a ti mismo. No desistas de lo que amas hacer, de un poco de color en tu vida. El mundo necesita más personas llenas de color.

La humanidad se ha vuelto gris, sí, eso es verdad, pero no es tarde para colorear un tono diferente.

Hay esperanza de cambiar...

...

Aún...

...

... O al menos esa es la respuesta que todos quieren oír. Al final del caso, realmente, nadie puede cambiar quien es realmente. Este mundo corrupto por la auto destrucción, envenenado por el poder efímero, es casi imposible que algo que está tan roto pueda recuperarse.

Debemos cambiar como especie. Debemos tirar a un lado nuestra paleta brillante, sí esa que usamos para ocultar, con dolorosas pinceladas, esas manchas oscuras que delatan nuestro dolor.

El orgullo, la ira, la codicia...
Parece un cliché...
Todo eso nos llena hasta el tope y nos empieza a destruir desde adentro. Cambiar un color, no va a cambiar el mundo.

Sólo si todos nos deshacemos de la tinta que nos intoxica, sólo entonces podremos cambiar, mejorar, como seres humanos, como personas.

Yo soy gris, y es posible que no deje de serlo por mucho que me esfuerce por cambiar. Pero hay personas que cambian mis colores. Las personas que amo, las personas que me aman. Por ellos, despierto cada día con un color diferente.

Yo soy gris, pero estoy totalmente cubierta de diferentes colores..

Tú también eres gris... Eso no lo puedes cambiar, es tu esencia, tu molde...

Lo importante es...

¿Qué esperas para mancharte de todos los tipos de tonalidades que tiene el mundo?

Yo no puedo esperar... Ya que ser colorido es sinónimo de estar vivo.

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Nota del autor:

Un agradecimiento a @aylenitaRR y su editorial por la portada.

Un agradecimiento a @aylenitaRR y su editorial por la portada

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