𝘿𝙖𝙩𝙚: 06/Apr./20
𝙇𝙤𝙘𝙖𝙩𝙞𝙤𝙣: París, Francia𒊹︎𒊹︎𒊹︎
6.00 de la mañana. Lluvia y truenos. Parecía ser que la tormenta que había, era mucho más fuerte de lo que se imaginaba. Sus ojos se abrieron gracias a ello. A causa de la posición de su despertar, su mirada se obligó a posar la vida sobre el claro techo. Nada interesante. Otro día más en ese mísero lugar.
Se levantó y se quedó en la posición que se queda uno en la silla, sobre la que era su cama. Se quedó mirando el suelo, un punto fijo, sin nada en que pensar.Hasta que el chirrido de la puerta se hizo sonar, dejando ver a un hombre. Alto, viejo, canoso, arrugado y con entradas.
— Buenos días Z. ¿Dormiste bien? — preguntó a el hombre, a lo que Z asintió. — Me alegro, ahora ven. Vamos a la sala.
Los dos se dirigieron a lo que el hombre llamaba sala. Z entró, junto con otro individuo el cual vestido con una bata de laboratorio, y le colocó con lo que parecía ser un casco.
— Tengo hambre... — dijo Z
— Después ya comerás — contestó el individuo acabando de colocarle el casco —
El individuo salió de la sala, dejando a Z, y colocándose al otro lado de un ventanal horizontal que daba a la sala de Z, junto con otras personas.
— Vale Z. Comenzaremos la prueba en 3 — tiró de una palanca hacia abajo, dicho hombre de esta mañana — 2 — giró un botón — 1 — dispuesto a apretar dicha botó, unos grandes y fuertes ruidos lo interrumpió, haciendo que él y las demás personas que lo acompañaban, corrieron en dirección a la procedencia de dicho ruido.
Aprovechando eso, Z salió de aquella sala, dejando el casco allí. Corrió por todos los pisos del edificio, buscando en todas las habitaciones de aquella estructura, en todos lugares que parecían ser escondites secretos. Se estaba partiendo las piernas, pero no importaba. Siguió y siguió buscando a esa persona que tanto ansiaba encontrar. Pero no, no estaba. No percibía su olor ni su presencia.
Se decepcionó, la ilusión que tenía, se desvaneció. Sus ojos comenzaban a humedecerse, las lágrimas se hacían presentes, brotaban. Escucho varios pasos corriendo a dónde estaba.
— ¡Lo prometisteis! ¡Dijisteis que estaba aquí! — gritó con fuerza
— Espera Z, vamos a hablarlo. Cálmate, ¿vale? — decía uno que poco a poco se acercándose
— ¡No! ¡Mentisteis! — siguió gritando mientras no paraba de llorar, y objetos alrededor suya estaban flotando
— No te hemos mentido, está allí. — señaló una habitación
— ¡No! ¡No más mentiras! — siguió gritando mientras las lágrimas seguían brotando a su paso, y los objetos, se alzaban más y más
— Espera Z, hab- — un chillido, largo y fuerte, lo interrumpió, y junto a ello una explosión que destrozó completamente ese piso y 7 más, causando la muerte muchísima gente que estaba en su busca.
Gente con uniformes negros, chalecos, y lo que parecían ser armas, la vieron y corrieron tras ella. Z salió de aquel sitio, corriendo todo lo que sus piernas le permitían, con toda esa gente detrás.
Al llegar a la calle, aún por la gran tormenta que había, no se lo pensó dos veces, siguió corriendo. No quería seguir allí, quería ser libre.
Corrió y corrió, con alguna que otra caída a causa del agua en el suelo, pero no se detuvo. Siguió corriendo, cruzando parques, tiendas, semáforos en rojo con pitidos en respuesta de los conductores, empujando a personas...
— ¡Eh tú! ¡Mira por dónde vas! — la respuesta que recibía la mayoría de veces por los empujones
Pero no paró. Siguió hasta llegar a un callejón vacío, se adentró allí. Vio una caja de un madera, más o menos de su tamaño. Sucia y rota, aparte de eso, se acercó a ella y se refugió.
Se tumbó sobre unos periódicos viejos, y cerró los ojos tratando de dormir, tratando de olvidar todo lo que acababa de pasar. Y recordándolo, una lágrima se le escapó. Hasta que un ladrido hizo que se sobresaltará. Un perro salió de otro escondrijo. Era pequeño, de color negro, y con ojos azules.
— Hola — sonrió y lo cargó sobre su regazo, acariciandolo, cosa que al perro le gustó mucho. Miró a los lados en busca de su dueño, pero no había nadie. Miró su cuello en busca de alguna placa identificativa, pero no encontró ninguna — Sparkle — sería su nombre de ahora en adelante, por decisión de Z
Z lo cogió, y lo coloco a su lado. Sparkle se acurrucó, y Z trató de taparlo para que no tuviese frío, porque aquella tormenta parecía ser muy fuerte...Y lo era.