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Era de mañana y ambas chicas durmieron juntas, esta vez en el apartamento de Jennie. Debido a los fuertes rayos del sol, t/n abrió sus ojos con pereza.
Estaba de frente a Jennie, y al verla acostada junto a ella su corazón volvió a latir como la primera vez que la vió, presenció el momento más tierno a sus ojos.
Jennie se encontraba profundamente dormida frente a ella, su pelo alborotado y unos cuantos mechones sobre su rostro, sus labios entre abiertos, y ambas manos bajo su cabeza.
En ese momento t/n solo se dedicaba a apreciar cada rasgo de ella, desde sus ojitos achinaditos, hasta su tierna nariz.
Pero lo que le causó aún más ternura fue cuando ella despertó, abrió sus ojos y cuando vió a t/n sonrió, sonrió tan bobamente que el corazón de t/n paró por un segundo al no poder contener tanta ternura que esta mujer le hacía sentir.
No pudo con tanto y comenzó a llenar de besitos cada lugar de su rostro, Jennie protestaba un poco, pero sabían que a ambas les encantaba.
T/n abrazó con fuerza la cintura de su novia que tenía un ligero sonrojo en sus mejillas, que parecía dos lucesitas a los ojos de t/n.
-¿Y eso?-dijo con una sonrisa la adormilada Jennie.
-¿Sabes que eres la personita más tierna de este mundo?-preguntó haciendo que las mejillas de Jennie se vuelvan un poco más rojitas.
-Yah!-protestó.-No me digas así, no soy tierna, yo soy ruda.-t/n río ante las palabras de la castaña.
-Por supuesto, eres mi chica ruda.- sonrió y le dió un besito a su novia.
T/n estaba por levantarse, hasta que sintió un agarre en su cintura, bajó la vista viendo a Jennie con una mirada de suplica.
-Porfavor Quédate.-Utilizó la mirada de perrito, que siempre hacía caer a t/n.
-Jennie, ya es tarde.-intentaba visualizar otro lugar que no sean los tiernos ojos de su novia.
-Da igual que sea tarde, quiero recostarme contigo Jagi~.-dijo tiernamente, haciendo que t/n se rinda ante su intento de levantarse.
Se volvió a recostar y esta vez fue Jennie quien empezó a dar besitos cortos en los labios y mejillas de t/n, quien disfrutaba mucho del cariño que le daba su novia.
Al final, permanecieron recostadas casi toda la tarde, dándose mimos mutuamente.
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