"Nunca le gustarás a nadie! Eres un vergüenza para esta familia... un bicho raro"
Los recuerdos afloraban en su cabeza mientras miraba por la ventana de la pequeña cafetería a las afueras de la ciudad. Era una mañana húmeda y el pavimento se veía fresco por el rocío. El cielo comenzaba a tomar color mientras se dejaban ver los primeros rayos del amanecer.
El tibio vapor que desprendía el café lo tranquilizaba. Tomó un suave respiro mientras trataba de olvidar... era lo mismo cada mañana. La misma rutina una y otra y otra vez.
Veía caminar a las madres apresuradamente, con sus niños tomados de la mano, hacia la escuela. Faltaban solo 5 minutos para que dieran las 7 de la mañana. La cafetería se iba llenando a medida que el tiempo avanzado. Hombres de traje sentados solitarios en la mesa leyendo el periódico del día. Jóvenes serenándose con litros de café después de una intensa e interminable noche. Señoritas en uniforme solicitando café para dirigirse al colegio. Tantas cabezas, tantas mentes. Cada una en su propio mundo. Ajenas a la mirada curiosa de un joven, con un libro sin abrir en la mesa, aspirando el vapor del café sin haberlo probado.
"Mi bebé no hagas caso de ése loco insensible" la mujer sostenía al muchacho entre sus brazos mientras el hombre soltaba palabrotas mientras caminaba de un lado a otro.
"Deja de mimarlo! Tiene 15 años! Maldición! Jamás se le acercaran las chicas, no sabe más que decir "Si, mami"!
"Cállate, él no será como tú! Él si conseguirá a una mujer por las buenas!" le gritó la mujer desesperada. Pero en ese mismo momento se dio cuenta de su error.
"¿Cómo? ¿Qué has dicho?" el hombre se acercó a ellos con pasos fuertes y decididos. Tomó a la mujer del cabello levantándola de un solo tirón haciendo caer al suelo al joven. "A mí no me hablas así!" se dirigió a la habitación arrastrándola escaleras arriba. El joven los siguió sin que se dieran cuenta, cuando el hombre le azotó la puerta en la cara. Trato de mirar por el agujero de la puerta pero solo había espacio para uno de sus ojos. Tratando de distinguir entre la luz proveniente de las ventanas y las sombras de ambos, vio como lanzó a su madre al suelo pateándola múltiples veces mientras le gritaba "poniéndola en su lugar". El joven se sintió impotente por no hacer nada para ayudar a su madre. Ella trataba de defenderse del hombre, poniendo sus manos pero era imposible, estaba cada vez más debilitada.
El joven no pudo más y corrió fuera de la casa, hasta la parte de atrás hacia el campo. Huyendo a través del pastizal, cuando tropezó con una piedra y cayó al suelo donde por el miedo quedó dormido.
Sintió movimiento y el viento fresco de la noche cuando se despertó. Se levantó rápido y con torpeza cuando vio al hombre de frente a él con una sonrisa satisfactoria.
"Serás un hombre. De eso me encargare yo." le dijo.
"¿Dónde está mamá?" el hombre sólo se rio. "¿Dónde está mamá!!" el hombre siguió riendo mientras daba media vuelta para regresar a casa descubriendo la cabeza de la mujer empalada a una estaca en el pastizal.
"Ahh!" el joven se sobresaltó haciendo que el café ya frío, se derramara sobre su ropa.
"¿Estás bien?" una voz femenina lo llamó con un golpecito en el hombro.
El joven sudando y limpiándose una lagrima de la cara, asintió.
"¿Estás seguro?" por fin miró a la joven a la cara y quedó impresionado por su belleza. Ella sonrió dejando ver un minúsculo espacio entre sus dientes. Sus ondas doradas enmarcaban su rostro de una manera angelical. Tenía una piel impecablemente pálida. El muchacho tuvo muchas ganas de poder rozarle la piel pero se contuvo, no quería parecer aventado.