Querido Ezequiel:
Fuiste una parte importante en mi vida, me importabas mucho para mi propio bien. En un momento sentí que tal vez me estaba volviendo dependiente de ti, de una persona que no conocía lo suficiente y que nunca me dejó entrar en serio.
Sé que me quisiste lo dijiste, pero yo quería más y tu no. Tu no me dabas casi nada, me dolía y no debía ser así.
Creo... que llegué a amarte un poco y viendo lo tal vez peligroso en lo que esto se podría tornar, decidí dejar de hablarte y me arrepentí porque diablos te extrañaba.
Un día volví a hablarte pero tal parecía que ya no me recordabas, eso sentí. Tu ya no eras el mismo y yo tampoco era la misma; todo había cambiado. A veces te pienso y tu recuerdo me duele.
He de confesar que aún te tengo entre mis contactos y en las noches cuando te recuerdo re leo nuestras conversaciones y la nostalgia me saluda.
Creo que después de todo este tiempo por fin he visto tu rostro pero no has sido tu quien me lo ha enseñado, era una foto. Coincidía perfectamente con la descripción que me habías dado de ti, piel morena, tiernos ojos castaños, una pequeña nariz y un liso cabello negro. En aquella foto te encontrabas con alguien más, una chica y te veías feliz junto a ella.
Supongo que esto es todo lo que puedo decir, algún día te olvidaré.
Con amor una ahora desconocida, Adiós mor.