Una cálida luz se coló por entre las cortinas abiertas. La mañana había llegado, apagando las llamas de la noche anterior. Afuera, la suave nieve comenzaba a derretirse, escurriéndose por entre la hierba seca.
La leña dentro de la chimenea se había terminado de quemar y las cenizas se apilaban en el centro. Aunque la cabaña aún conservaba un poco de calor, Wei Ying abrió sus ojos. En el transcurso de la noche había convocado a su forma humana, pero no se había movido.
Adolorido y entumecido, estiró un poco sus extremidades antes de levantarse. En el primer intento, sus piernas cedieron, en el segundo, sólo soportaron su peso un par de segundos, pero al tercero, logró mantenerse de pie apoyándose de la pared y despacio fue en busca de algo de ropa.
Sus pasos eran calculados, pues en un rincón de su mente podía notar la desconexión con su forma animal. Las veces que llamó a su conejo, fueron las mismas que no respondió.
Un vacío inundaba su pecho, presionando sus pulmones. La vida ya no parecía la misma, los lazos que lo unían a la madre naturaleza se habían roto, apagando sus sentidos y volviéndolo un omega vulnerable.
Wei Ying aspiró aire, inhalando la fragancia que seguía impregnada en su piel y carne. La cabaña posiblemente era un espacio que el macho visitaba con frecuencia, así que cada cosa ahí había tenía su aroma. Por un instante su conejo hizo contacto con su mente, pero fue tan fugaz, que Wei Ying no estaba seguro.
Wei Ying recorrió el pequeño espacio de la cabaña, las escenas de la noche pasada se repetían en su cabeza sin parar, confundiéndose unas con otras. Wei Ying quería dejarlas ahí, enterrarlas y olvidarse del lugar donde quedaran, pero no podía.
Tomó un poco de valor y compuso una sonrisa rota, dispuesto a enfrentarse con su decisión. Su familia lo esperaba del otro lado de la frontera y debía regresar a ellos. Vería a Yanli casarse con el hombre que había amado toda su vida. Se burlaría de Cheng cuando se marchara de la pradera y él, él aceptaría su destino. No iba a mentir a sus alfas, su marca no lo dejaría, pero estaba dispuesto a servir al clan por el resto de su vida.
[●]
Tres meses después. Pradera, territorio de los conejos.
Wei Ying mordió una tercera pierna de pollo, arrancando un abundante trozo de carne blanca. Madame Yu y Feng Mian trataban de actuar con normalidad.
Madame Yu.—Tú, niño, deja de comer como desesperado.—Recriminó, suprimiendo las náuseas que le causaba ver carne sobre la mesa.
—Pero Madame Yu... —El joven bajó el trozo de hueso limpio. Las ultimas semanas había desarrollado un gusto por la carne, olvidándose casi de su dieta vegetariana.
—Deja que coma, ha perdido peso.—Feng Mian sonrió a Wei Ying, alentándolo a seguir con las piezas de pollo que restaban en el plato.
—¿Peso? Peso es lo que ha ganado. Si continúas así, no podré casarte con ningún alfa decente.
Wei Ying rio, ignorando la fugaz memoria que había querido proyectarse.—Madame Yu, pero yo no me quiero casar, la soltería me viene bien.
Un silencio incómodo se instaló en el ambiente.
—Sólo deja de comer tanta carne, niño.—Pidió Madame Yu, escondiendo su mirada en el plato de vegetales bañados en una salsa dulce.
Wei Ying asintió. Un brazo rodeó sus hombros, a su lado, el alfa Feng Mian le trasmitía calma.
El transcurso de la cena pasó sin más contratiempos, discutieron temas que involucraban al clan o a la unión que se había llevado acabo tres meses atrás. Cerca de las diez de la noche, Wei Ying encontró una excusa para retirarse de la cena.
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Sweet Rabbit [Wangxian]
FanfictionEn el mundo de los cambiaformas, la pareja alfa de cada clan existente presta atención a la unión de sus descendientes y suele esperar hasta el paso de tres celos para aprobar la unión de sus hijos con otros alfas o en su caso, omegas. La mezcla de...