Derecha, izquierda, adelante. Derecha, izquierda, adelante. Derecha, izquierda, adelante.
Eso era lo único en lo que Hormiga debía de pensar, justo después de recoger la comida, pero Hormiga era más rara que las otras hormigas.
Cada día que repetía esta rutina, Hormiga la veía más asfixiante y no podía evitar preguntarse: ¿qué hacía allí?, ¿por qué no podía evitar pensar en llevarle comida a su reina? Por más que Hormiga tratara de alejar esas preguntas, la imperativa orden no paraba de nublar su mente: RECOGER LA COMIDA, LLEVARLA AL ALMACÉN DEL HORMIGUERO. DERECHA, IZQUIERDA, ADELANTE. DERECHA, IZQUIERDA, ADELANTE. DERECHA, IZQ... Hormiga no quería esto.
¿Por qué no podía hacer lo que hacían el resto de hormigas?, ¿o por qué no podía directamente ignorar las órdenes de su reina? Se sentía impotente y no sabía muy bien cómo resolver este dilema.
Un día, repitiendo su rutina diaria, se encontró con un oso hormiguero. El oso, hambriento, le dijo:
—Hormiga, voy a comerte, ¿tus últimas palabras?— Le dijo el oso, con toda la educación del mundo. Era un oso honroso.
Hormiga se lo pensó un segundo y le respondió al oso hormiguero, con tono de desdén:
—Sí, por favor, cómeme, no quiero vivir más en este mundo. Mi mente me tortura.
El oso, sorprendido, miró a esa pequeña hormiga y tras pensarse si debía comérsela o no, su hocico habló:
—Eso, pequeña hormiga, es el pensamiento. Todos lo sufrimos y todos debemos vivir con ello. Es nuestra maldición y nuestra bendición.— El oso no solo era honroso, sino sabidurioso.— Tú eres especial, porque, dentro de esa pequeña sociedad en la que vives, eres diferente al resto. No te comeré. No eres comida, eres una hormiga.
Y así, el oso hormiguero se fue, dejando a Hormiga, sola, con lo que llamaba... pensamiento.
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La hormiga soñadora
Truyện NgắnRelato corto de autoreflexión que se me ocurrió durante la cuarentena. Disfrútenlo.