1. Las cambiantes estaciones del año

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Amo las flores, de verdad, las amo. Los colores que me invaden toda la retina, evocando recuerdo de mis abuelas en el jardín, que pareciera que se tornan personas bailantes en un concurso, hay algo que me hace día a día verlas crecer, necesitan cuidados, necesitan agua, luz y un poco de fertilizante, paréntesis para comentarles que pueden usar los restos de café para fertilizar sus plantas o las cascaras de huevo, se enjuagan y después se ponen a secar, se mueven con un mortero y listo calcio y nitrógeno en sus macetas. Pero eso es lo que inunda mi alma en estos momentos, que hay algo fascinante en las plantas, tanto que aprender de ellas, sin luz, no subsistimos, sin agua no crecemos y sin movimiento no florecemos, tal vez es una comparación muy general que han hecho muchas personas a lo largo de la historia pero mis ideas no son solo mías, soy un conjunto de historias, fragmentos de mi forma de pensar se han ido moldeando a lo largo de mis 25 años, por personas que incluso muertas siguen retumbando en las oraciones que escribieron, soy un cumulo de mundos, soy las risas de mi madre y los celos de mi padre, soy aquello que se escribe día a día en las tardes del servicio social, soy un expediente que arreglar y una receta vacía esperando ser el camino de un paciente para mejorar su salud, soy los libros que leí durante las guardias y así como las plantas han formado raíces, yo tengo las mías, no se si estoy floreciendo, hago casi a diario una revisión de lo que estoy siendo y lo que quisiera ser, y espero ser, una begonia en invierno y una jacaranda de la ciudad de México, el lila es mi color preferido, es un morado bañado en leche, como cuando el café se aclara por las mañanas.

Amo las flores, de verdad, las amo. Su aroma llega a mi bulbo olfatorio y se queda en mi memoria, como podría olvidar despertar con los jazmines en la ventana de la casa, con la sensación de que algo quieren decir con sus partículas flotantes, ¿No es por eso que usamos perfume?, algo queremos expresar, "nuestro olor característico", apoco no decimos, huele a "y el nombre de nuestro amante" y ese poder de tener sensaciones, que erizan nuestra piel y nos llenan los ojos de lagrimas. 

Hace poco viendo una serie de su plataforma favorita, encontré a la DJ TikiMonsta, ella padeció la enfermedad de Moyamoya y relata como fue su experiencia y como tuvo dificultad para hablar de nuevo. Me asombro tanto su cara y como expresaba todo, para mi fue como ver una rosa floreciendo en un día cálido, una persona que encontró la manera de darle un giro a su historia.

Mañana sera otro día, otra oportunidad para girar 180º, para caminar hacia delante, para usar ese perfume y hacer que te recuerden por las cosas buenas y no por las malas, para sumar cosas positivas y para vivir nuestros sueños y no solo soñarlos.

Escribir es un reto en este mundo lleno de pensantes. 

Con amor un clavel rojo.

Alusión a la vidaWhere stories live. Discover now