Yes, I continue

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Yes, I continue

 

Lunes por la mañana, me despierto con el sonido más terrible que pudiera escuchar una persona en plenas facultades mentales o sin ellas: El despertador. Me levanto entre lametones de mi perro, Golden. Entre pequeñas quejas me levanto de la cama y me consigo estabilizar, era una fría mañana de diciembre y encima pasada por nieve, mucha nieve.

Me lavo la cara, voy a desayunar y me ducho, más tarde me visto y me peino, me echo mi colonia favorita, Hollister So.Cal. y salgo de casa. Aprieto el botón de las llaves del Mini y casi simultáneamente me acuerdo que me dejo lo más importante; la mochila. Subo hasta el segundo piso donde vivo y cojo la mochila, al bajar se me va descolgando del hombro ya que consta de un solo tirante. Me meto en el coche y cuando voy a coger las llaves del bolsillo de esta me encuentro con la tarjeta de Alexander, con su número de teléfono en el reverso. Durante todo el viaje no pude parar de pensar en él ; como hablaba, sus gestos y su curiosa disposición al escribir, era zurdo y era una de las simples cosas que me atraían de él. Llegué a la universidad donde me estaban esperando mis compañeros; Emma, Edward, Tom y Kate. Estudiaba la carrera de Criminología y Derecho y no me iba nada mal hasta ese día. Teníamos un examen y me lo había preparado muchísimo con el fin de volver a ser el primero en mi clase, pero ese día algo fue mal; otra vez la imagen de Alexander me volvía a la cabeza y su tímida voz.

Al acabar el examen nos fuimos a la cantina a tomarnos un café, pero para estar un rato extenso, ya que el campus no se recorría de punta a punta en un minuto. Dimos nuestras opiniones sobre el examen y todas fueron buenas excepto la mía, no me había salido nada bien y todo por aquel maldito recuerdo. Como era común en todos los universitarios y los de nuestra edad al final salió el tema del amor y empezamos a intercambiar opiniones, bueno, empezaron a intercambiarlas hasta que me llegó el tan allegado turno,-Bueno, y tu Maikel ya has encontrado a tu princesita-me dijeron, yo algo aturdido no supe responder con claridad-No, todavía no pero estará al caer-dije algo nervioso-Hombre claro, un joven tan guapo y sensual  como tú a qué tipo de chica no le vas a gustar-me puse colorado como un tomate, y bebí café, que me iba a hacer falta.

Tras haber recogido las notas del semestre, me despedí de mis compañeros y les felicité las navidades. Son unas de las fechas que más me entusiasman y alegran.

Llegué a casa, solté la mochila en el sillón de mi cuarto, me quité las zapatillas y desplomé sobre la cama como peso muerto; debía descansar y relajarme de las vacaciones que me venían por delante, pero sentía algo en mi interior que no había sentido nunca en mi vida, no sé, me metí en la cama, en lo que tardo en escribir este texto, me quedé profundamente dormido.

Me desperté con una pequeña brisa gélida de la magnífica mañana invernal y de nuevo, por aquella pequeña lengua que tenía mi cachorrito Golden. Hoy me levantaba con los ánimos muy elevados, tanto es así que me hice daño en el dedo meñique del pie contra la puerta de mi cuarto, eso me pasa por no calzarme, si ya me lo decía mi madre que me pusiera las zapatillas; sino era porque podía coger frío, era porque me podía hacer daño.

Tras desayunar y cambiarme de ropa comencé a decorar toda mi casa, puse el árbol, luces, guirnaldas y el Papá Noel en el tejado; miraba todo en conjunto y pensaba que de qué me servía tener todo esto si no podía compartirlo, pero ese pensamiento no se quedó en un momento más de mi vida sino que me acompañó durante toda la mañana.

Estaba en la cocina sentado sobre la isla, mirando la tarjeta de Alexander con detenimiento; me decidí a llamarle. Pulse los botones correspondientes y sonaron los siete tonos consecutivos, cuando de repente el no deseado sonó. Le volví a llamar, sonaron cuatro tonos, y finalmente una voz al otro lado respondió, el corazón se me aceleró, las cargas de adrenalina se me dispararon y haciéndome el fuerte contesté,-Hola ¿Alexander, eres tú? Soy Maikel, el del Starbucks-dije- ¡Ya me acuerdo! Por un momento pensé que no me ibas a llamar-.La conversación se baso en pequeñas tonterías y risas, pero todo esto concluyó en una sola cosa, en que se viniera a merendar a mi casa a las seis de la tarde.

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⏰ Última actualización: Dec 02, 2014 ⏰

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