Relatos cortos

Imagen 1

Las estrellas decoraban el oscuro cielo de un pueblo llamado Redwood. Era una noche apacible y silenciosa, o al menos eso era lo que parecía a simple vista, pero vayamos a una de las casas humildes, la que más alejada estaba del centro de población.

Si entrásemos lo más llamativo que veríamos sería la cantidad de sangre que manchaba el suelo, creando un camino desde la entrada hasta el salón, donde se encontraba el cuerpo de una mujer que agonizaba tratando de aferrarse a la vida.

― ¡Increíble! No dejas de perder sangre y aún has sido capaz de arrastrarte hasta aquí  ―el asesino fingió estar conmovido llevándose la mano al lado izquierdo de su pecho―Tienes una hermana muy fuerte. Por cierto, si te vas a esconder detrás del sofá al menos deberías intentar respirar más bajito, casi estás hiperventilando.

―No le hagas nada― pronunció con dificultad la joven en un intento de persuasión para que no tocase a su hermano menor.

― Eso no sería divertido― su voz y sonrisa juguetonas no encajaban con sus acciones, puesto que mientras decía esas palabras con el cuchillo lleno de sangre empezó a realizar cortes superficiales en la cara de su víctima, la cual no le aparto la vista ni un momento pese a tener los ojos medio cerrados por el dolor y la debilidad que sentía por su cuerpo entero.
― ¡Eres tan divertida! Muy bien consideraré tu propuesta; pero primero lo importante, piensa que te estoy librando de muchos años de sufrimiento, así que no me tengas rencor y agradéceme desde el fondo de tu corazón, después de todo tan solo te estoy ayudando a alcanzar la felicidad.

Agarrando del corto cabello castaño oscuro a la mujer la alzó lo suficiente para dejar su cuello a plena vista y con el arma blanca realizó un corte limpio que causó que empezase a ahogarse en su sangre.

― ¡Estupendo! ¡Siguiente, por favor!

Sabiendo el asesino el paradero del otro joven fue a por él. Al estar frente a él, a una corta distancia le sonrió de una manera amplia que no hizo más que asustar al pobre. No obstante, no sintió tanto miedo como cuando le llevó la mano ensangrentada a la cabeza y empezó a acariciar su oscuro cabello mientras parecía tararear una nana con una dulce sonrisa. De repente, sintió un ardor en la cara que enseguida fue sustituido por un gran dolor en la parte más anterior de su lengua junto a una gran cantidad de acumulación de sangre en su boca. El hombre que le sonreía dulcemente le mostró su lengua rebanada. Con delicadeza el asesino tomó la mano del joven manchándole y depositó su lengua en ella para luego cerrarle el puño.

―No vayas a decirle nada a la policía, ¿sí? Acabo una cosita pequeña que me queda y me voy.

Mientras el muchacho se mantenía paralizado por el shock de los acontecimientos el asesino hundía su mano enguantada en el estómago de su víctima manchándose de sangre. Con cuidado para no manchar de más la pared escribió una serie de letras que a simple vista no tenían sentido.

Unas sirenas se hicieron notar en la distancia y el asesino tomó eso como su alarma para abandonar la casa.

Cuando la policía llegó al lugar solo quedaba un cadáver y un muchacho tembloroso escondido detrás del sillón. Al ver el cadáver no tardaron en contactar con la forense y el detective que llevaría el caso quien era el único del pueblo.

Un detective de cabellos rubios se encontraba dormido encima del escritorio de su hogar. La mesa estaba llena de fotografía de mujeres y hombres jóvenes que habían muerto por un corte en su cuello, pero antes de eso todos ellos había recibido apuñaladas en sus estómagos. Cuando el móvil empezó a sonar todavía con los ojos cerrados contestó, arriesgándose a que a su voz sonase ronca.

― Ha vuelto

Esas fueron las palabras que le dijeron desde la otra línea para que acabase de despertar. Tras apuntar la dirección exacta que le dijeron por el aparato fue a por su coche para dirigirse a la escena del crimen.