Azul

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Azul era el color de sus relucientes orbes.
Azul era el color del cielo, de la libertad.
Azul era el color de los moratones crecientes en el delgado cuerpo de Kenny.

Craig siempre había tenido una fijación con Kenny. Él nunca había sido del tipo de prestar más atención de la cuenta a las personas, pero aquel rubio había capturado su corazón con solo una sonrisa. Con paciencia, Craig había conseguido acercarse a él; formaron una bonita relación basada en la confianza y el amor.

Se querían. Nadie podía negar la chispa que había en los ojos de ambos cuando se miraban, nadie podía negarle a Craig lo que sentía cuando besaba a Kenny. Era amor, no le importaba lo que el pastor de la iglesia chillara al verlos de la mano —Craig siempre le mostraba su señal como respuesta—, y tampoco le importaban las opiniones de su padre.

— ¿Kenny?

Después de dos años de relación, Craig podía leer las expresiones de Kenny como si de un libro se tratase.

— Dime, Fucker. —Respondió el rubio con una sonrisa, antes de abrazarse al cuello de su novio.— Y no, nunca dejaré de llamarte así. —Craig suspiró como respuesta.—

— ¿Estás bien?

Kenny alzó las cejas, confundido.

— Claro que estoy bien, tonto. —Kenny le dedicó aquella angelical sonrisa tan característica suya— Pensaba que querías follar.

— Eres un romántico, McCormick.

Kenny no era del tipo de chico cursi, era alguien muy sexual y Craig ya se había acostumbrado a aquellos repentinos comentarios por parte del rubio. Llegaban a resultarle adorables —todo lo que hacía Kenny le parecía adorable, no mentiría—.

El rubio sabía bien cómo subir de tono los inocentes besos de Craig. No podía evitarlo, simplemente amaba ver las expresiones avergonzadas del moreno cuando Kenny tomaba la iniciativa.

Craig tomó la camiseta de Kenny, haciendo ademán de quitársela. Cómo era de esperar, el rubio levantó los brazos para facilitarle el trabajo.
Tucker estaba acostumbrado a la delgadez de Kenny. Él siempre intentaba darle el máximo de comida que podía, pero obviamente no era suficiente. Sus costillas seguían siendo notorias, amenazantes con perforar la fina piel. Pero, no fue eso lo que tomó por sorpresa a Craig:

— Lo voy a matar.

Los brazos y el abdomen de Kenneth estaban cubiertos en cardenales enormes. No había centímetro de su piel que no hubiera adoptado un color azulado, fruto de la violencia por parte de su padre. Craig lo sabía. Kenny se lo había contado hace tiempo; pero nunca lo había visto así. Siempre que Kenny recibía un golpe, era por defender a Karen, su pequeña hermana, pero esa vez no eran golpes accidentales. Había ido a por él.

— Craig, no pasa nada.

— No, sí que pasa. Pasa que tu padre es un cabrón y tendría que estar muerto y-

Kenny lo calló con un suave beso.

— No pasa nada. Lo tengo bajo control.

Craig confiaba en Kenny. Se odiaba por haber confiado en él en ese momento.

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Azul;; crenny ((#6🌈))Donde viven las historias. Descúbrelo ahora