Oficial déjeme explicar lo que pasó:
Fue un día tan ordinario como los demás. El ruido del timbre, se aproximaba una avalancha de estudiantes y como siempre sería ignorada además de estrujada contra los casilleros.
-¡He!, yo también tengo libros que sacar ¡dejen pasar!- ¿Por qué jamás nadie me escucha?, talvez debería traer colgando un megáfono.
Mi preparatoria es relativamente pequeña comparada con las demás, con un amarillo tan opaco y sombrío que da urticaria, al menos tenemos una cancha aunque llena de lodo pero sirve para las campañas de recolecta de fondos. Es la mejor preparatoria que hay en el lugar donde vivo aunque , que puedo esperar de este pueblo sin calles pavimentadas y con un centro comercial que sería lo único de entretenimiento, después de todo es un pueblo de mineros que trabajan en una ciudad cercana, entre ellos está mi padre, ¡como lo extraño!
Después de 10 minutos por fin pude llegar a mi taquilla
-Oye Michael, tira esta basura en donde debe de ir quieres…-Tantas cartas con insultos que ya no es necesario leerlas para saber que todas llevan escritas cosas obscenas.
-Melis, aquí hay una que te va interesar: “Querida Melissa no dejo de pensar en ti todos los días, eres la persona más bella que he conocido espero y te des cuenta que te amo con esta carta que te hice con todo mi amor
Atte. tu soñador” –Leyó Michael estupefacto.
Me quede esperanzada, le arrebate la carta con una sonrisa enorme que no se podía ocultar. No soy una persona atractiva, con unos ojos diminutos de color grava, orejas de dumbo, alta, de piel oscura y con un desafortunadamente gran volumen corporal.
Ya no importaba nada en ese momento, alguien me amaba y ni si quiera me intereso el sermón que me dio el maestro al entrar en clase, me sentía como nunca antes.
Era el éxtasis que como lo leía en los libros, el amor hacía que ocurriera.
-¡Señorita Ebert, no pienso repetirle otra vez la pregunta!, si esta tan distraída se puede salir de la clase.- dijo la maestra Collins con un tono amenazador y su típica mirada cerrando un ojo como si tuviera un tic
-Heee… ¿Cuál fue la pregunta?-Pero si estoy en la luna, tienes que volver Melissa, aterriza ya en la Tierra, ¡El toque del timbre! Me he salvado y al fin me iré a mi casa a pensar en mi enamorado. Jamás me han dado mi primer beso no sé ni cómo se dé, sólo he tenido un novio pero fue en la secundaria y no pasó nada más que me obsequió un peluche de regalo.
¡Cartas!
-¡Por favor! Quiero otra…-digo con todo el rubor en mis cachetes, no me había dado cuenta que todos me estaban viendo, entre ellos los tres más odiosos del mundo que me hacen llamar dumbo chica por mis orejas y mi gordura, de repente se dispersaron con pequeñas risitas.
-Melissa, ¡vamos ábrelo! Que más hay allá adentro- dice Michael, cabe mencionar que él también es un marginado, físicamente aceptable para las populares con un cabello rizado que se desenvuelven hasta sus cachetes, güero, ojos miel, nariz respingona ¿Qué más quisieran? Aunque con un nivel muy alto de intelectual que es esa la razón de ser un marginado.
Abrí la pequeña puerta y me encontré con otra carta más
-Oye, estaba pensando en que podríamos pasear un rato mañana por el centro comercial…-dice Michael
-Temó que no se podrá: “Si quieres conocer quién te ama, veme mañana en el centro comercial a las 5, te tendré una sorpresa hay te espero Atte. Tu admirador”- Esto será genial como en la cenicienta tendré mi príncipe azul, ya no más ese sentimiento de soledad y tristeza si no amor, amor y más romance.