Tricia solo quiere que Karen vuelva a ver la vida de color de rosa.
- Tricia "Ruby" Tucker x Karen McCormick.
- one-shot.
- séptima (y última) parte de la saga Colores.
trigger warning: homofobia, estrés post traumático.
Rosa era el color de sus mejillas al escuchar un cumplido. Rosa el color del vestido de aquella muñeca que Kenny le regaló. Rosa era el color de la inocencia, así que Karen lo dejó de lado.
Tricia se despertó en mitad de la noche. Llevaba un par de noches sin poder conciliar bien el sueño. El cansancio le estaba jugando una mala pasada; iba a llamar a Craig. Que tonta, pensó. Craig seguía en Juvenile Hall hasta que las autoridades decidieran qué hacer. Tricia había empezado a admitir que seguramente pasaría un tiempo hasta que liberaran a su hermano.
Pero, por otra parte... Estaba Karen. Karen, y todo lo que la rodeaba.
Tras el asesinato de Kenny McCormick —el jurado había decidido que Stuart era culpable—, el pueblo entero estaba en descontrol. Los McCormick eran despreciados allá a dónde iban. A Tricia le parecía una tontería. A quién tendrían que despreciar era a Stuart, no a la familia McCormick al completo. No podía pedirle mucho a una comunidad de paletos. Los Tucker habían aceptado acoger a a Karen en su hogar, a cambio de que Carol y Kevin se esforzaran en buscar un trabajo digno para reconstruir sus vidas. Tricia realmente pensaba que lo habían hecho por simple compasión. ¿Desde cuándo ellos sentían un mínimo de cariño por los McCormick? Por Dios, su padre aún ni siquiera aceptaba que el difunto Kenny y su hijo tenían una relación. Quizás pensaban que después de eso les darían una medalla, el premio Nobel de la paz. Tricia los odiaba, realmente los odiaba.
Ahora convivía con la menor de los McCormick, Karen. Tricia había hablado con ella un par de veces desde que se instaló en la casa, pero siempre había tenido la sensación de que Karen no la quería tener cerca. No sabía si era por su forma de mirarla, o quizás por su trato tan seco hacía ella, pero algo le decía que Karen McCormick prefería cualquier cosa antes que convivir con Tricia. Aunque no siempre había sido así. Tricia recordaba cuando eran pequeñas; iban a la misma clase, siempre estaban juntas, sus familias se llevaban bien. Karen incluso tenía un apodo para Tricia, Ruby. ¿Qué las había hecho cambiar tanto?
Karen había cambiado. Tricia no. Tricia seguía siendo una chica sencilla con un carácter de mierda -según sus padres, sus profesores y prácticamente todos excepto Craig, que la consideraba un orgullo-. Pero Karen no era lo que solía ser. La pelirroja recordaba con nitidez la sonrisa de Karen, el brillo cegador de sus ojos. Ahora, lo que quedaba de aquella Karen, era solo una borrosa estela perdida entre las toneladas de traumas que habían quedado marcados a fuego en ella. Y mierda, a Tricia le dolía. Solo quería que Karen volviera a ser la misma de antes, devolverle la ilusión, ¿Era tanto pedir?
Tricia sabía que pensar tanto en su compañera de habitación no era normal. La manera en la que quería protegerla del mundo que tanto daño le había hecho, ¿No era parecido a lo que Craig le había dicho, tiempo atrás? "Ya lo verás, Tricia. Cuando te enamoras de alguien, lo único que quieres es su bienestar, y darías la vida entera por la causa". Pero eso no tenía nada que ver con lo que sentía por Karen. No, lo suyo era completamente diferente al amor; no sabía el qué, pero estaba segura de que no era amor.
Observó a la morena, durmiendo pacíficamente en la cama de al lado. Había algo en verla así, tan calmada, tan inocente y frágil, que hacía que todos los sentidos de Tricia se alteraran. Dejó de pensar en ello e intentó volver a dormir.
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