Un crimen de dos caras

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PRIMERA PARTE

La última noche fría del principio de su vida.

Bastó el sonido de un relámpago al caer sobre un árbol junto al edificio residencial para despertarme de aquél sueño profundo, abría los ojos con recelo, mis ojos veían todo lo que me rodeaba mientras mi mente me engañaba haciéndome sentir desubicado a pesar de que llevaba algunos años viendo los mismos objetos, desde los vestidos de ella justo encima de su gran colección de zapatos, era evidente que amaba los zapatos desde botas hasta aquellos de tacón hasta, aquel clásico cuadro de perros jugando al póker, instintivamente moví el brazo intentando abrazar a alguien que no estaba a mi lado. ¡Qué curioso! Cogiendo un abrigo que me protegiera de aquella noche fría salí de la habitación, sentía como si los ojos de aquellas personas en los retratos seguían mi andar, estaban por todos lados, no me había percatado hasta ese momento que teníamos muchas fotografías de viajes y aventuras celebradas, pues he amado la fotografía desde que tenía uso de razón.

Un viejo temor renació cuando observé jarrones rotos, fragmentos de vidrios, eran prueba de algo atroz, la chimenea ardía y la intensidad del fuego reveló el mayor de mis miedos, el color del vino tinto sobre el suelo de mezclaba con su sangre en abundancia y una herida de bala marcaba la causa de aquella sustancia sobre la alfombra.

No tiene pulso, había muerto , entré en pánico y sentía como mi espíritu desvanecía, las líneas estaban muertas, salí por el pasillo tocando cada puerta pero nadie me escuchaba, salí del edificio y lo que observé me ha plasmado, no había nada, desolación total, primera vez en mi vida que me sentía totalmente solo y perdido. Devuelta en el departamento me di cuenta de lo sucedido cuando una pistola cayó del bolsillo de mi abrigo. ¡He sido yo! ¡Le he matado! Pero ¿Por qué?

Cada momento pasaba por mi mente de manera fugaz e inequívoca, los ataques de risa, las escapadas que rompían todos los estándares, los desenfrenos sexuales dejados por doquier, no aguanté más, tomé coraje y salté por la ventana, pude sentir como cada hueso de mi cuerpo de hacia pedazos al hacer contacto con el asfalto de la vía, sentí mucho dolor pero no he muerto, al levantar la cabeza observé mis piernas destrozadas pero aun así pude ponerme de pie y ahí lo entendí, justo después de pasar mi mano por detrás de mí cabeza y notar el agujero de bala, no pude morir al saltar porque ya estaba muerto, ¡Me han asesinado! Subí de inmediato al departamento y el escenario seguía igual excepto por un detalle, en la habitación estaba mi cadáver, boca abajo sobre el colchón con una herida de bala, y logré entender todo, ella me ha matado y se ha suicidado pero no la culpo, ella acabó con mi vida física pero yo, en cambio, destruí su alma y la dañe hasta el punto que se quebró, ella lo sabía, yo lo sabía, era evidente que lo haría pero seguimos haciéndolo. Mi amada yace fría sobre aquella alfombra mientras yo peno en éste que será mi propio infierno, verla muerta será el peor castigo para mí, y aunque ella acabó con mi ser terrenal, yo acabé con su vida espiritual.

SEGUNDA PARTE

Contraparte de un crimen

Recuerdo el último beso que él me dio, venía con la promesa de un "hasta luego" que sabíamos no sería así, estaba en una época de mi vida de bastante confusión, no podía ni siquiera dar un paso sin temor a estar equivocándome, creí haberlo superado pero no era del todo cierto, supongo que esa etapa ya se había extendido lo suficiente. ¡Lo sabía! En lo profundo de mi ser sabía que debía de cambiar pero a veces lo más obvio y lo que depende de nosotros mismos, es lo más difícil de llevar a cabo y en la mayoría de las veces, es esto, lo que nos termina matando, acabamos siendo presas del peor de los depredadores, nosotros mismos, dentro de nosotros está aquello que puede dañarnos hasta llegar al punto de quiebre, eran mis demonios quienes me llevaron a ésta situación, del otro lado del arma que funcionó como transmisor del mensaje, la bala gritaba a oídos sordos, anunciaba que había pedido la batalla contra mí misma.

Un crimen de dos carasWhere stories live. Discover now