Introducción.

22 0 0
                                    

Un nuevo día otoñal comenzó en Fredgail, una ciudad llena de luz y completa armonía aparente la cual siempre surgía por las mañanas, las calles repletas de vendedores ambulantes cubrían de color los entornos del reino de tal forma que el mismo Rey solía salir por las mañanas sin preocupación alguna a pasearse junto a sus consejeros.

Todos se encontraban en armonía, excepto uno, este era Lucian Silvermist. Un chico intrépido al cual no le gustaba ser acoplado junto a toda esa gente o a todo ese "Rebaño" como lo decia él, ya que anhelaba explorar nuevas tierras, descubrir cómo era el mundo fuera de esas gruesas y robustas murallas...

Ese mismo día Lucian estaba caminando por las alegres calles, vestía una capa oscura junto a unas botas relucientes, su mirada recorría cada una de las personas que se le cruzaban y todas las miradas que veía le sonaban igual de aburridas.

Tomando una manzana de una tienda y lanzando al mismo momento una moneda al vendedor, sube por unos barriles y colgándose de barandilla en barandilla sube a la cima de una torre y comiendo su manzana aprecia la llegada del ferrocarril a la ciudad...

El día aparentaba ser igual de aburrido que siempre para Lucian pero lo que el no sabía es que el destino le estaba preparando algo especial...

Mal sabía el hombre que dentro de aquel trasporte estaba su perdición o tal vez, salvación.

Los rayos luminosos impactando contra sus párpados indicaban que las ventanas habían sido abiertas y también, había llegado la mañana. Y eso sólo podía significar una cosa: la culminación de su travesía.

Talló sus ojos suavemente y los abrió intentando acostumbrarse a la luz. Recorrió con su mirada curiosa a las personas de aquel vagón, algunos aún dormían y otros otorgaban sus hasta más ver.

Cuando sintió la locomotora detenerse, una voz gruesa resonó por el lugar, pudo escuchar un cortés saludo «Sean bienvenidos» , «disfruten su estadía»

Al bajar recibió una calurosa bienvenida, el aire tibio de aquel otoño golpeó contra su piel. Observó con detenimiento la entrada de aquella estación que poseía un gran cartel con pulcras y delicadas letras Village Fredgail.

Ese era el nombre de la octava ciudad que visitaba a sus cortos veintidós años. Viajar era lo que lo libraba de caer en la locura que requería vivir la misma rutina toda su vida. Sin embargo, nada de lo que había visto por aquellos lares le había sido de gran agrado.

La verdadera razón de sus viajes es que Warren Vikernes estaba harto de la misma mierda. Personas distintas pero con la misma mentalidad, la vieja amabilidad de siempre y aquellas actitudes impecables.

Sacudió su cabeza intentando alejar el centenar de imágenes que le llegaban de las otras ciudades. No quería comenzar a divagar ni desanimarse de entrada,  esperaba que esa aventura si valiera la pena.

Arregló su fina casaca a rayas y levantó la maleta mostaza que se mantenía contra los incontaminados rieles, la apretó contra su pecho y se dispuso a refugiarse dentro de aquellas paredes anchas y bien pintadas.

Ya quería ver que le deparaba el destino.

City of... dreams?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora