• • Caballeros y dragones • •

172 20 20
                                    

El salón de baile se encontraba cubierto de una cálida sensación de felicidad inmensa.

El ahora Rey bailaba con su pequeña Isabella quien tenía sus pequeños piecitos sobre los suyos, manteniendo un torpe pero alegre ritmo entre ambos.

Pero del otro lado de la habitación se encontraba Granny con la pequeña Esperanza sobre su regazo.

Se acercó a la orilla de la pista de baile, donde se encontraba su niñita mirando a los caballeros y damas bailar en círculos, como flores flotantes en una encantadora brisa de verano. La Reina levantó a la niña, la tomó en sus brazos y la llevó hacia el colorido remolino que formaban los vestidos de las damas. Bailó con la pequeña, la acercó a su pecho e inmediatamente se vio atrapada en esa oleada de amor. Mientras danzaban en lo que parecía ser un jardín vivo de color y sonido.

El Rey y su otra princesita se unió a ellas , y la familia río hasta tempranas horas de la mañana, mucho después de que los últimos invitados se marcharan o retiraran a sus habitaciones en el castillo.

Agotados y mareados después de muchas horas de banquete y danza, el Rey y la Reina llevaron a sus pequeñitas dormidas a su dormitorio .

- Buenas noches, mis avecitas - dijo la reina, para luego dejar un pequeño beso a cada una.

La mejilla de sus pequeñas se sintió suave como la seda en los labios de Regina. Dejó a las pequeñas con sus sueños.

Estaba segura de que estaban llenos de bellas damas que giraban en círculos, vestidos coloridos y estandartes que se arremolinaban a su alrededor.

El Rey tomó a su nueva esposa da la mano y la llevó a su habitación. El sol, que ahora se filtraba a través de sus cortinas, emitía un resplandor sobrenatural. Se quedaron un momento mirándose el uno al otro .

Amor. Ternura. Felicidad.

Esas, esas eran las sensaciones que ebozaban de su corazón y en especial este día más que nunca.

Esa noche la luna y las estrellas fueron los únicos testigos de la entrega y el amor entre un ladrón y una Reina. La llegada del solsticio de invierno se llevaría la apasionada noche, pero no lograría borrar cada caricia, o cada beso que compartieron los amantes. Esas caricias quedarían marcada a fuego.

-
-
-
-

En la cuarta noche después de la boda, Regina finalmente tuvo que decir adiós a sus pequeños príncipes, aunque para ellos ya no era tan así. Ambos habían decidido permanecer en Storybrooke y ahora tenían la apariencia de hombre y junto con ello una vida que hoy seguía lejos de la de sus padres.

Los primeros meses le costó aceptar que ellos querrían una vida en otro mundo, vivir su propia historia. Ambos hombrecitos consiguieron la suya en el mundo Real. Mientras la Reina y su alma gemela la hallaron en el Bosque encantado.

• La más bella de todas •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora