—Pues mira, me da igual que Luke Rogers tenga los ojos más bonitos del curso... ¡Como si tiene el culo más duro! No será él.
Naomi me lanzó una mirada de reproche y pegó un gran mordisco a su sandwich, como si así pudiese recalcar su punto.
Tampoco la culpaba. A ver, nadie le obligo a ser mi mejor amiga, pero tampoco nadie le advirtió de que sería tan tremendamente pesada cuando, a punto de cumplir los dieciséis, me entrase la paranoia por no haber besado todavía a ningún chico.
Y no era porque no me gustasen los chicos. Quiero decir... Algunos estaban bien, otros no, pero tampoco me sentía atraída por las chicas. Envidiaba ciertos traseros, algunas tetas super bien puestas, los rasgos físicos... Pero no me imaginaba besando a ninguna.
Ni siquiera a Naomi, que era una de las chicas más guapas que había conocido. Y una persona genial. Mi mejor amiga en el mundo entero, lo tenía todo.
Por eso no pasaba más de dos días sin novio... Y más de un mes con el mismo.
—Pues ya no sé a quien más sugerirte —resopló—. Sobreentiendes que, si quieres besar a un chico, también es esencial que le gustes a él, ¿no?
Me encogí de hombros, asintiendo. Dos gestos contradictorios, pero es que aunque entendía lo que decía, tampoco me importaba. Nunca he sido popular, y mi hermano mayor me repitió varias veces que tampoco era lo principal en el instituto. Lo más importante era conservar a mi mejor amiga, Naomi.
—Supongo —contesté, y di un sorbo al zumo de manzana.
Aquello estaba asqueroso. Era prácticamente agua, pero no podía pedirle mucho más a la cafetería de mi instituto.
Vivía en un pueblo grande, cerca de San Francisco. Algunos lo consideraban casi ciudad por lo grande que era pero... ¡vamos! Ni en broma.
Ni siquiera éramos suficientes en el instituto como para no conocer a casi todos, aunque eso era por culpa de instagram. Algún gracioso de turno había decidido crear una red social del instituto, no oficial, en la que colgaba cotilleos sobre alumnos y profesores. Por ejemplo, hace poco habían atrapado a dos besándose en una fiesta y habían hecho pública la relación aunque ellos lo negasen... pero todos sabíamos la verdad.
O el bombazo de la señorita de lengua con el de gimnasia. Literalmente. Bombazo. Embarazo.
Springville era otro mundo.
—Me doy por vencida —murmuró Naomi, y prosiguió con su sandwich—. Si no te besas con nadie es porque no quieres, así que a mí, déjame en paz.
Le lancé una servilleta de papel hecha bolita. Incluso cuando hablaba con la boca llena de comida era adorable. Aunque había hablado demasiado alto... pero con suerte nadie nos había escuchado. Quitando el tema del instagram, los demás no se hacían caso de los asuntos ajenos.
Terminamos la comida y nos despedimos hasta la salida de clases. Teníamos asignaturas distintas, pero contaba con ella para regresar en el bus a casa. Éramos vecinas, y nuestro mejor compañero de sitio.
Una pena que no pudiese aplicarse a las clases...
Así que crucé los pasillos sola, con el libro de francés contra el pecho y deseando que el tiempo pasase rápido. No era una estudiante horrible, pero podría decirse que sería más feliz si hubiese más vacaciones... Algún que otro profesor también. Estaba deseando que llegase el último año solo para poder hacer las bromas de fin de curso que gastaban ellos.
Estaba tan tranquila, imaginando cómo sería robar toda la pizza del comedor en el día de pizza para repartirla por las aulas, cuando la imagen más grotesca del mundo apareció ante mis ojos:
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Te regalo mi primer beso (PAUSADA)
Novela JuvenilMe llamo Nova Cox y nunca he dado mi primer beso. Lo sé, lo sé... ¿Cómo es posible? Quién sabe, nunca he encontrado a esa... persona especial. Porque el primer beso tiene que ser especial, ¿verdad? Recordarlo para toda la vida y ese tipo de sentimen...