I

8 1 0
                                    

NA:  El fin de esta obra es unicamente entretener. La historia se desarrolla durante la cuarentena del Covid-19 del 2020 con una pareja de clase media. No es una fuente de información, no es una guía ni nada por el estilo. Para dudas sobre lo que está pasando busquen en fuentes oficiales. Gracias por leer

- - - - - - - - - - - -- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -- - - - - - - - - - - - - - - - - -

A finales del invierno del 2019 nos llegaron noticias de rebote en la radio, unos cuantos minutos de tiempo al aire en el noticiero y videos amarillistas en YT. Eran tan terribles como cualquier otra noticia terrible para la época, hablaban de números y muertos sin cara como lo hacen siempre y como lo seguirán haciendo.

¿Que si no le preocupaba? Pues claro que le preocupaba. Le preocupaba tanto como la guerra en Siria, el alza del dólar y los feminicidios; afortunadamente él no vivía en Siria, ni planeaba viajar al extranjero y tampoco era una fémina viviendo en un país tercermundista. Cuando escuchaba todas esas noticias no tardaba mucho en cambiar de canal, pasarse a Spotify o hacer click en otro video porque, ¿qué podía hacer él, un sujeto clasemediero, para los grandes problemas del mundo?

Esa misma mañana, mientras revisaba cuadritos de colores en una hoja de Excel, su jefe se acercó a su escritorio para decirle que se marchara a casa.

- ¿A casa? – levantó los ojos del monitor por primera vez

- Sí, a casa. – El señor B., un hombre pasado de peso con cada día menos pelos en la cabeza, miró su reloj con enfado. – ¿Viste el correo que mandé?

¿Es una pregunta capciosa? Los correos no se revisan sino hasta pasados de las 12:00, no antes porque usted no llega sino hasta pasadas las 11:00am. Desde las 8:00 hasta las 12:00 se revisan los pendientes del día anterior y cómo cerraron cifras para que se pueda dar una respuesta acorde en todos los correos que mande a partir de las 12:00am. Si hubiera un evento extraordinario, como este, debió haberlo enviado en formato de memo, correspondencia interna, o bien, marcar su correo con la banderita roja para que me apareciera como "Importante".

- No

- Recoge tus cosas, anda, que tengo que esperar hasta que el último de ustedes salga antes de irme.

En cuanto el señor B. abandonó su cubículo, abrió rápidamente el dichoso correo. En resumen, decía que por orden del gobierno todos los puestos de trabajo no esencialmente presenciales se les asignarán tareas desde casa.

- No te fijes. Está de malas porque prácticamente lo obligaron a cerrar la oficina – la cabeza de A. sobresalía del espacio que divide un cubículo de otro. – A mi hermana le cancelaron el trabajo desde la semana pasada

- ¿Y cuánto tiempo estaremos fuera? – se adelantó a preguntar

- Pues a saber. Cancelaron clases hace más de una semana y los casos siguen apareciendo. – la chica levantó los hombros con desinterés a la par que metía sus cosas en su bolso

- ¿Casos de qué? – A. y algunos otros de sus compañeros dejaron lo que estaban haciendo para mirarlo.

- ¿En dónde has estado viviendo las últimas semanas, Joe? – le pregunto H. en son de burla – Es ese estúpido virus chino que tiene a la ciudad paralizada. Anoche quise ir por una cerveza y cuando llegué al bar de la 53, ¡ya estaba cerrado! Y dije, vaaaaaale, pero cuando fui al supermercado por un cajón también estaba cerrado...

H. siguió hablando unos 15 minutos más sobre su frustración para conseguir alcohol para su alcoholismo social que empezaba a parecerle no tan social. En otra circunstancias simplemente lo hubiera ignorado, sin embargo, ahora tenía su total atención; H. no lo sabía pero lo que estaba narrando era algo más parecido a un toque marcial de lo que podría creer. Plazas vacías, comercios con horario acortado, gente que no usa transporte publico ni avenidas grandes, escuelas vacías.

Quédate en casa, quédate conmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora