Aquel trozo de papel encuadernado

5 0 0
                                    

Algún día de chico tu mamá te entregó unos trozos de papeles encuadernados con un cartón por delante y por detrás que con el tiempo pudiste clasificar como un libro. Nunca supiste qué fue lo que te llevó a sentir tanto apego a esos cuadernos ya escritos por otras cabezas que llegaban a tus manos, pero siempre te dio curiosidad descubrirlo. Quizás habrá comenzado todo como un desafío personal de aprender a hacer algo que para vos solamente hacía la gente grande: leer. Quizás estabas destinado a querer vivir atrapado saltando de una página a otra y volviendo una y otra vez a libros que necesitan ser leídos al menos en dos oportunidades. Quizás te viste envuelto en un universo paralelo donde no existían límites y donde podías ver reflejada toda la carga de alguien que se sentó en su casa o en un café y empezó a formar la idea del libro que hoy tenes en tus manos. Nunca pudiste comprender bien por qué hay personas que no son capaces de leer y disfrutar. Que no se toman el tiempo, ni un minuto para al menos ojear unas palabras que tienen la capacidad de cambiarles el día (o la vida). Ojalá nunca se pierda la costumbre de leer. Porque ahí el mundo sí estaría totalmente perdido. Y desolado. Y triste, por tener que cargar con todas las emociones que nunca pudieron ser trasmitidas a una hoja y entregadas a alguien que les pueda dar un nuevo significado.

Aquel trozo de papel encuadernado.Where stories live. Discover now