1. aixa

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—Ey, ¿Y esa cara? ¿Pasó algo?—Me preguntó Facu cuando pasó justo por al lado de mi mesa. Se sentó al lado mío para después abrazarme. Sonreí por su muestra de amor y la forma en la que me miraba preocupado.

—Soñé algo re raro.—Le contesté abrazándolo más fuerte mientras acariciaba su pelo rizado. Me apoyé en su pecho y suspiré.—No sé qué puede significar.

—¿Otra pesadilla?—Me miró y su voz sonaba decepcionada, con tristeza. Sentía cómo su pecho retumbaba gracias a su voz, y su corazón latía lentamente.

—No sé si pesadilla, pero fue muy raro. —Dije tratando de recopilar absolutamente todos los sonidos e imágenes del sueño que había tenido ayer.

—¿Me queres contar?—Me preguntó acariciándome el pelo lentamente.

—Te vas a reír.—Le dije cerrando los ojos.

—Dale boba, me contaste cosas peores cosas seguramente.—Siguió acariciándome el pelo mientras yo empezaba a hablar.

Me encontraba en mi casa, estaba sentada en el sillón, y de un momento a otro siento que hay alguien al lado mío

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Me encontraba en mi casa, estaba sentada en el sillón, y de un momento a otro siento que hay alguien al lado mío. Era un chico. Un chico que jamás había visto, que yo recordara. Lo único que era imposible olvidarme de él eran los ojos.

Tenía los ojos azules y un piercing en su ceja. No me estaba mirando a mi, estaba mirando fijamente la televisión. La miré yo también.

Estaba apagada.

Lo miré nuevamente y estaba riéndose mientras jugaba con un nene de unos 8 años. No entendía nada, así que traté de acercarme lo más posible. Los dos estaban en el piso, jugando con lo que parecían unos autos chiquitos, casi del tamaño de una mano.

Los dos estaban riendo y yo aproveché para verlos mejor. Parecía que ni siquiera notaban mi presencia. El nene tenía sus mismos ojos y el pelo castaño. Podría asegurar que eran hermanos.

El mayor poseía una sonrisa que ocupaba todo su rostro, era hermosa. De solo verlos con una sonrisa, se me dibujó una a mi.

Empecé a analizar el lugar que principalmente era mi casa, ahora era otra totalmente distinta.

Sentí como alguien me tocó el hombro detrás mío. Me sobresalté mientras me daba vuelta, y era él.

—¿Hola?—Me preguntó con cara de confusión.

—Hola.—Le contesté.—Soy Aixa.—Me presenté.

—Ya sé.—Dijo asintiendo. Mi cara se tornó a una de confusión, y no sabía por qué en ese momento, se me vino un nombre a la boca. Sin pensarlo, lo dije.

—¿Valentín?—Dije. Sonó como una pregunta, pero en el fondo sabía y estaba segura de que se llamaba así. No entendía por qué él sabía mi nombre y yo el suyo, sabía que jamás lo había visto.—¿Cómo sabes mi nombre?—Le pregunté, mirando por detrás de él. El nene ya no estaba.

—¿Vos cómo sabes el mío?—Me preguntó, acercándose más a mí. Noté que era más alto que yo, por solo unos centímetros. No sabía que responder a eso.

—No sé, solamente lo sabía.—Contesté, confundida.

De la nada, al lado mío estaba Facu.

—¿Vamos?—Me dijo con una sonrisa de oreja a oreja, quería hablar, quería seguir hablando con el chico. Con Valentín. No me dio tiempo porque Facundo me agarró de la mano, girándome inmediatamente, dándole la espalda al ojiazul.

—¿A dónde?—Le pregunté mirando por encima de mi hombro, dándome cuenta de que el chico ya no estaba.

—Y me desperté

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—Y me desperté.—Hablé sintiendo la mirada de Facu.

—¿Me estoy riendo?—Me preguntó haciéndome burla. Le sonreí.—No creo que sea importante, no tiene mucho sentido lo que soñaste.

—Todo lo que sueño, tarde o temprano termina teniendo sentido.—Dije angustiada y con la mirada hacia mis manos. Mi cabeza seguía en su pecho.

—Bueno pero, mirame.—Hizo que me separara para que pudiera mirarlo.—No te comas la cabeza pensando en eso, ¿si?. Tenes que pensar que en unas semanas nos vamos de viaje de egresados, que hoy ves a Bauti, que mañana nos juntamos con Colo.—Su voz me acariciaba los oídos de lo relajante que era. Siempre encontraba la forma de calmarme o de hacerme pensar que todo iba a estar bien, con un abrazo o con una sonrisa.—Te vi millones de veces comiéndote la cabeza por cosas que soñaste, esta vez no te voy a dejar.

Le sonreí con ganas y felicidad de saber que lo tenía al lado mío, diciéndome todo esto.

Él día terminó. Cuando salí de la escuela me encontré a Bauti, mi novio, en la salida. Íbamos a comer en la plaza. Me obligué a mi misma a no pensar en el sueño y en el chico de ojos azules.

jiji :)

Sueños LúcidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora