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El valle de las mariposas. Me encanta esa historia, aunque el final no me haya gustado. En lo personal hubiera elegido otro, pero igual sé que les encantará.

Había una vez una niña llamada Hirai, quien vivía con su madre en un pueblo muy antiguo, pero no olvidado. Aún recuerdo que el pueblo se llamaba Bluestone, pero pocos lo recuerdan. De hecho, yo visité Bluestone cuando era más joven, y recuerdo haber vivido un tiempo ahí después de mi matrimonio. Pero eso es otra historia que luego les contaré.

La chica era muy alegre, su vida se regía de los colores del arcoiris. Si había algo que ella amaba, eran los insectos, en especial las mariposas. Dicen que ella cazaba mariposas, pero no se le hacía justo que tuvieran que vivir encerradas solo porque ella las cazó, entonces las liberaba de nuevo.

Su madre, quien no recuerdo el nombre, pero debió ser muy lindo, por cierto, era una señora muy linda y amable, al igual que su hija Hirai, pero por alguna razón se volvió cruel, pero más adelante te explicaré el porqué.

Ambas vivían en armonía. Su madre se comunicaba a través de cartas con su padre, entonces el trabajo de Hirai era llevar las cartas a la oficina de correos cada Martes por la mañana. Era algo que le gustaba hacer.

Lamentablemente su madre enfermó, tan grave que dejó de caminar, y vivía en su habitación. Hirai ahora se encargaba de cocinar, limpiar y hacer las compras.

Un día de esos, saliendo a la compra, se encontró con una mariposa. Le saludó y se quedó viéndole buen rato. La mariposa se había ido, y ella la siguió. Ya había comprado lo que tenía que comprar. Entonces la mariposa llegó a su casa.

—Ya llegué, madre — dijo Hirai cuando llegó a su casa. Dejó las cosas en la mesa y se fue a perseguir la mariposa. La mariposa llegó a la habitación de Hirai. Ella no sabía que hacer ahora. La habitación de Hirai tiene muchas cortinas a las cuales ella nunca les presto atención. La mariposa pasó por detrás de una. Hirai siguió su instinto y abrió la cortina. Ahí estaba. Una puerta.

Hirai dudaba en abrir la puerta o no. Lo hizo y entró siguiendo a la mariposa. Llegó a un lugar colorido, colores intensos, hermoso, fresco. Estaba lleno de vegetación. Árboles, un lago, una cascada incluso. Pero también había muchas mariposas. Tantas que sería imposible contarlas. Caminaba y caminaba. Se tiró al césped y empezó a moverse como si estuviese en la nieve. De todos los momentos de Hirai en ese mundo, ese es mi favorito. Caminaba y caminaba. Empezó a hacerlo de espaldas. Cuando finalmente chocó con Alguien.

—¿Quien eres? — le preguntó Hirai a esa persona misteriosa.

—Yeol, cuido del valle de las mariposas. Creí que estaba todo quemado, hecho trizas, pero me doy cuenta de que fue un error. ¿Que haces aquí, pequeña? — le dijo Yeol a la niña

—No lo sé. Entré por una puerta y estaba aquí — Hirai respondió

—Está bien, pero no le digas a nadie del valle de las mariposas. Es nuestro secreto ¿Está bien? — Yeol le ofreció su meñique

—Está bien, es un secreto — Hirai aceptó

Yeol era de aproximadamente 16 años, y Hirai era una niña, pero créeme que ahí existían sentimientos mutuos muy lindos.

—Cuando vengas a éste mundo, asegúrate de que nadie te está vigilando. Por favor. — Yeol seguía preocupado

Y así pasaron los días, y el lugar favorito de Hirai era el valle de las mariposas. Iba todos los días y su madre no se daba cuenta. Le engañaba diciéndole que iba a dormir. Y su madre le creía, ya que ni creía que existiera un lugar así.

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⏰ Última actualización: Mar 26, 2020 ⏰

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El valle de las MariposasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora