Calipso

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No sabía cuanto tiempo con exactitud había pasado desde que ella se marchó. Si bien tuvo a lo largo de su castigo la visita de muchos héroes, ella había sido la más especial. Sus ojos tan verdes la enamoraron con apenas darle un vistazo, y su sonrisa tan sincera lograba acelerar las palpitaciones de su corazón. Ninguno de los antiguos héroes que llegaron hasta Ogigia durante todo este tiempo, había logrado hacerla sentir de esa manera. 

Los dioses habían prometido liberarla muchos años atrás, y al ver la balsa a la orilla de la playa no pudo evitar sentirse enojada con ellos, pues habían enviado a otro héroe que continuara con su castigo. Grande fue su sorpresa al encontrar a la joven dentro de la balsa con leves heridas de batalla que pronto curó con ayuda de sus pociones. 

Varios días después, cuando la joven despertó, supo su nombre. 

—¿Donde estoy? —Calipso estaba sobre sus rodillas, cambiando los paños de la frente de la chica cuando ésta despertó. Sus grandes ojos verdes la miraron por primera vez y Calipso retuvo la respiración. —¿Quien eres? —la rasposa voz llamó su atención y le acercó un poco de agua.

—Llevas dormida varios días. —respondió Calipso, levantándose. —Llegaste en una pequeña balsa a las orillas de mi isla.

¿Tu isla?

—Ogigia.—dijo con algo de rudeza. —Mi nombre es Calipso.

Se llamaba Lauren, hija de una mortal y del dios de los mares, Poseidón. Había llegado hasta Ogigia tras lograr escapar en la pequeña balsa de la explosión de un barco repleto de criaturas mágicas. Supuso que los dioses la habían guiado hasta ahí para poder sanar sus heridas antes de volver a su aventura. 

—Disculpa si te he incomodado. —Calipso saltó al escuchar la rasposa voz a sus espaldas. —Te he notado algo molesta.

—Debes comer —respondió Calipso sin mirarla. —Tus heridas fueron leves, pero aún así debes alimentarte antes de marcharte. Estás débil.

Lauren se acercó hasta Calipso y la observo detenidamente. Era tan hermosa como había escuchado. Sin duda alguna reconoció su nombre, pues estaba al tanto de todos los mitos, y había leído la Odisea para su clase de literatura en su último año de instituto. Pero ninguna de las descripciones se asemejaban a lo que sus ojos veían. Su piel bronceada por el sol, su castaño cabello envuelto en una coleta, sus labios gruesos que parecían tentarla. Observarla era como admirar una bella obra de arte. Cuando sus ojos chocaron sintió como su corazón se desenfrenó. 

—Eres tan... hermosa —dijo Lauren en un susurro.

Los siguientes días, mientras se recuperaba, Lauren mantuvo su mirada sobre Calipso. Trató de entablar alguna conversación con ella en diferentes ocasiones, pero ésta la evitaba. Pudo sentir también los ojos marrones sobre ella un par de veces, pero siempre la esquivaba a último momento. Llevaba aproximadamente una semana (o es lo que suponía ya que era difícil percibir el paso del tiempo en la isla), y sus heridas estaban casi sanadas, sin embargo, Lauren parecía no querer marcharse de ahí.

En cada momento, buscaba cualquier excusa para tener la atención de Calipso sobre ella.

—Para ser una heroína te quejas mucho.—dijo Calipso mientras ayudaba a cambiar el vendaje que cubría el torso de Lauren. Sus manos se detuvieron sobre su abdomen marcado y sintió como se le cortaba la respiración —Pa... parece que ya estás bien.

Lauren tembló al sentir los dedos de Calipso deslizarse lentamente sobre su abdomen.

—No lo creo.—respondió Lauren. Calipso  reaccionó y se alejó.

Calipso (one shot)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora