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Uso tacones altos por ti. 

Fue un cambio drástico, ¿sabes? 

Una decisión que muchos lo notaron y afectó a partes iguales. Mi madre se asustó, fue la primera en hacerlo. Ella lloró... ¿Por qué lloró? No lo sé, pero soy su hija, ¿no debería estar feliz por mí? Mi padre se enfadó conmigo, me abofeteó ante mi acto de... rebeldía, según él. Me giró el rostro, su marca me acompañó durante toda la madrugada. Y me llamó de muchos modos que no quiero repetir, me duele recordarlo.

Y aún si los uso por ti, aún si me echaron de mi casa e hice mis maletas, no me importa. Quiero aceptarme, quiero vivir como debería ser porque me he estado asfixiando, y gracias a ti, me pude descubrir aunque pocas veces hemos hablado: Puedo contemplarme en el espejo, sentirme orgullosa. Ya no me considero fea, sino preciosa, una reina que aspira demasiado alto... 

El ascenso será díficil, lo sé. Si no tengo cuidado puedo tropezar y caerme. Literal y metáforicamente. Los tacones son díficiles de controlar.

Tendré obstáculos. Me mirarán y se reirán de mí. Todavía siento sus risas pegadas a mi nuca, en mi mente, en mis entrañas. Sus ojos clavados en mis piernas, porque a pesar de la burla, hay tentación. Ignoro. Avanzo digna, sin mirar a nadie en específico porque soy una diosa que busca a un objetivo. 

Mi elegancia es calculada, mi perfume de aroma a primavera, despierta la curiosidad, la duda. El desconcierto. Mi cabellera me abraza, mi boca roja y mis uñas impolutas invitan a bailar a uno de tantos chicos que sienten sus pantalones hinchados por como le sonrío, en un club cualquiera, en una noche cualquiera. 

Las luces me encadilan. La música me purifica o quizá me envenena. Y te veo, en la lejanía, celoso; te los provoco cuando palpo el brazo de quien me acaricia las caderas. Meciéndome insinuante, mordiendo mi labio e intentando besar la boca ajena. Me seduce, lo admito, me dejo guiar cuando decide probarme... 

Y cuando menos lo espero, lo empujas. Me arrastras contigo, salimos de ese lugar que me dejaba tonta por los aromas y sonidos altos. Tambaleo, todavía no me acostumbro a los zapatos de aguja. Pero antes de hablar, estás impaciente, tus ojos delatan enfado que no logro comprender. 

—¿Te gusto o no? —espeto—. Dime de una vez, pero no hagas este circo. 

—No me gusta el circo que hiciste tú... —inspiras, exhalas—. Estás haciendo un circo. 

Mis pestañas pesan, es por el rimel e intento frenar una tristeza involuntaria. 

—¿Y por qué empujas a un desconocido que bailaba conmigo? ¿Por qué me arrastras aquí conmigo? 

—No quiero que te lastimen. 

—El único que me lástima eres tú —escupo rabiosa. 

Te empujo, comienzo a llorar, a soltar todo lo que contuve todo este tiempo. Tu abrazo me intenta reconfortar el alma.

—Jin Young —susurras mi nombre, tiemblo porque es la primera vez que lo dices—. Tú siempre me gustaste. Como hombre o como mujer, tú siempre me has gustado. ¿No lo entiendes? Eres hermosa y ahora mucho más con esos malditos tacones. 

Me dejas una caricia en la mejilla, enternecido por ello, suspiro. 

—Uso tacones altos por ti. —Y busco tu boca, me fundo en ella.

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⏰ Last updated: Mar 27, 2020 ⏰

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high heels + park jin youngWhere stories live. Discover now