Especial (?)

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Porque hoy recordé esta historia y me dije ¿por qué no?

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Era una noche fresca y oscura , de aquellas en las que la luna brilla por su ausencia, en la que un castaño de ojos avellana, piel pálida y un rostro hermoso adornado por una barba perfectamente recortada se encontraba escondido entre las ramas de uno de los frondosos arboles que adornaban los jardines interiores de la villa del Vizconde Banner.

Anthony observaba desde su escondite a una pequeña de escasos 8 años que era el vivo retrato de su adorada hermana pero cuyo cabello era semejante al propio al haber heredado el color castaño de su progenitor. La niña jugaba inocente en la balconada de su pieza, sentada sobre el suelo mientras sus pequeñas piernas colgaban entre los espacios que los barrotes de dicho balcón tenían entre ellos.

La pequeña jugaba con una muñeca de rizada y dorada cabellera que vestía un hermoso atuendo de colores pasteles, conversando con ella o al menos eso era lo que el creía ya que a la distancia en la que se encontraba únicamente podía observar sus acciones sin poder escuchar el sonido infantil de su voz.

De pronto el castaño sintió el movimiento de la rama en la que se encontraba sentado causado por el peso de alguien mas posándose sobre esta, sabiendo de sobre de quien se trataba no hizo movimiento alguno y continuo observando a la niña, sonriendo con sincera ternura al verla besar a su muñeca, inclinándose ligeramente hacia adelante en un acto reflejo al ver como aquel juguete resbalaba de las manos de la pequeña y caía entre los arbustos del jardín.

- María, cariño, deberías estar dormida - habló de repente una mujer rubia al interior de la pieza de la niña, quien había entrado a la habitación para verificar que su pequeña se encontrase dormida.

- Lo siento, madre - respondió la niña mientras sus ojitos se abrían ligeramente y sus labios formaban una pequeña mueca en la que las comisuras se inclinaban hacia abajo, dándole un aspecto adorable que derretía por completo el corazón de sus padres.

- Es hora de ir a la cama. - dijo tras soltar un suspiro, acercándose y tomando su mano para ayudarla a levantarse del suelo del balcón. - Mañana podrás jugar en el jardín, ahora es tiempo de dormir.

- Pero, mi muñeca se ha caído entre los arbustos, madre, y sin Elizabeth no podré dormir - nuevamente aquel gesto en su rostro mientras ahora sus ojos eran cubiertos por el brillo acuoso de las lagrimas próximas.

- Recuéstate, María - habló mientras la guiaba hasta su cama - que yo pediré a uno de los sirvientes que la busque, Elizabeth podrá acompañarte mientras duermes.

La pequeña asintió, subiéndose entonces a la cama, acomodándose entre las sabanas mientras su madre la arropaba y depositaba un suave beso sobre su frente. Virginia se dirigió entonces hacia el balcón dispuesta a cerrarlo cuando la sensación de ser observada le invadió, buscando con la mirada en el exterior a quien la observaba pero no encontrando nada inusual, tan solo las estatuas de ángeles adornando el jardín mientras las hojas de los arboles se mecían al compás de la suave brisa de aquella noche fresca. Cerró los ojos por un instante, apartando en un suspiro la extraña sensación que la había invadido.

Anthony observó cada uno de los movimientos de su hermana desde su escondite, sonriendo con tristeza al verla tan hermosa como la ultima vez, sintiendo la necesidad de acercarse y abrazarla, decirle cuanto la extrañaba pero apenas conteniéndose al hacer acopio de toda su fuerza de voluntad.

- Es mejor así - dijo una voz a su lado, la de su acompañante , Steven , su rubio compañero y ahora eterno amante.

- Lo sé. - Fue su escueta respuesta, una que tenia el rastro de la tristeza que significaba para él estar tan cerca y a la vez tan lejos de la persona que más amaba.

Tony admitía que era difícil para él esta nueva vida, sin embargo, con el pasar del tiempo había logrado habituarse a ella, al hecho de beber la sangre de personas, aunque procuraba hacerlo tan solo la cantidad de veces necesarias, subsistiendo mayormente de animales de los bosques en los que se escondían. Siempre alerta y tratando de pasar desapercibido para cualquier otro ser humano, para los lamia venatores que seguramente aun estaban tras ellos, que aun buscaban darles caza.

Era por ellos que intentó dejar todo cuanto conoció en el pasado, pero había alguien a quien no podía renunciar aun así pasaran mil años, a Virginia , su hermana. Cada día la extrañaba un poco más, cada día anhelaba poder volver a escuchar su voz, perdiéndose en todos los recuerdos de los momentos que pasaron juntos cuando eran más jóvenes, en aquellas charlas durante la noche en la que una pequeña de tan solo 5 años se escabullía a la pieza de su hermano adolescente buscando el cariño y el amor que su madre solía darle, ese que ahora ya no podía al estar muerta.

Anthony quería regresar a aquellos días en los que él reconfortaba a la pequeña cuando una pesadilla la asustaba en mitad de la noche, o aquellos paseos que daban por la ciudad cuando ella, toda una señorita de sociedad , se colgaba de su brazo mientras le lanzaba miradas altivas a las jovencitas que veían con envidia como ella paseaba del brazo del apuesto joven que era Anthony y como él se reía de esa faceta celosa de su pequeña hermana.

Quería regresar a esos días en los que él se mostraba receloso del joven Banner, un Vizconde que cortejaba a su hermana y de quien, para molestia suya, ella parecía haber quedado prendada. Regresar a aquel tiempo en el que vio partir a su hermana hacia la villa que seria su nuevo hogar, verla tan llena de ilusiones mientras él le prometía visitarla.

Regresar a aquel momento en que supo del embarazo de Virginia a través de una carta, una noticia que le hizo sumamente feliz y por la cual había hecho sus maletas y viajado hasta Villa Lontaine para pasar aquel tiempo con ella, para cuidarla como cuando era una niña y conocer a quien seria su sobrino o sobrina.

- Quisiera haberla visto cuando era pequeña - dijo de pronto, refiriéndose a la hija de Virginia, la pequeña María, quien llevaba aquel nombre en honor a la difunta madre de los hermanos Stark.

Steve sintió aquel pinchazo de culpabilidad por enésima vez, ya que después de todo él era el responsable de que la vida de Anthony hubiese tenido aquel cambio tan abrupto.

- Lo siento - se disculpó como tantas otras veces, transmitiendo sus sentimientos a Tony quien tan solo se giro a verle mientras le regalaba aquella sonrisa que le decía que estaba bien , que no le odiaba.

- Creo que es hora de irnos - saltó desde la rama en donde estaba, ya había visto a su hermana tras 8 años , y aunque quisiera poder abrazarla, decirle cuanto la amaba, lo mejor era no hacerlo, no sabia si podría dejarla de nuevo tras tenerla entre sus brazos.

Steve bajó también de un salto del árbol, Anthony tenia razon, debían partir pronto y continuar con su eterno viaje, continuar huyendo de sus perseguidores y evitar que estos les encontrasen en la villa porque aquello podría suponer un grave peligro para los Banner y el castaño jamas se perdonaría si algo malo les sucediese por su culpa.

A la mañana siguiente Virginia se dirigió hacia la pieza de María, pensando en el camino de que manera le explicaría a su pequeña que ninguno de los sirvientes había podido encontrar aquella muñeca que tanto amaba, a Elizabeth.

La rubia entró a la recamara, sorprendiéndose al ver a la niña dormir plácidamente mientras abrazaba a Elizabeth, la cual parecía haber desaparecido en el jardín sin dejar rastro alguno. Buscó con la mirada algún rastro de que alguien hubiese estado en la habitación pero todo parecía estar tal como ella lo dejó la noche anterior, a excepción por un pequeño papel que se encontraba perfectamente doblado sobre la mesa de noche a un lado de la cama. Virginia lo tomó lentamente, sintiendo como un cálido pero extraño sentimiento le recorría el cuerpo de repente, un cosquilleo en anticipación que cobró sentido para ella cuando leyó las palabras escritas con la inconfundible caligrafía de su hermano sobre aquel trozo de papel.

"Sin importar el tiempo y la distancia, nunca olvides que te amo."

Encuentro inesperadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora