AUTOPSICOANÁLISIS

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- Ahora que ya sabemos quienes somos - propuso Laura - ¿por qué no intentamos seguir con nuestro experimento

- No lo sé - contesté - ya todo esto empieza a hacerme sentir temeroso, después de todo no es fácil aceptar que uno no fue sino el perro de la casa

- Intentemos seguir adelante, algo me dice que nos va a servir mucho

- No estoy seguro de eso, pero si insistes se hará como tú digas.

Con un "gracias" tomó mi mano y entrecruzando sus dedos con los míos, cerró los ojos, así que no me quedó otra más que hacer lo mismo. A los pocos segundos volvieron a aparecer las escenas oníricas iguales y vimos diferentes momentos tanto de alegría para Darky-yo como de tristeza para Clementina-Laura, aunque tenían sus contrapartes, pues cuando Darky-yo lograba dar alcance a Clementina-Laura salía nuestra ama-abuela y a base de palos y cubetadas de agua los separaba; tal parecía que le tenía odio por molestar a su "bebé", con sólo verla, Darky-yo se ponía a temblar de miedo, no había mayor tristeza que enterarse de la existencia de alguien sin amor por él; por cierto que diferente se portó la abuela cuando regresé en forma de niño, abuelita más dulce y cariñosa que ella es imposible de encontrar. Vimos también las partidas de cacería con los amos-tíos, así como las "pisadas" que le daba Claudio (un ganso macho que alguna vez pidió prestado nuestra ama-abuela) y lo lógico: la empolladura y lo más maravilloso en una hembra (incluidas las hembras humanas): el nacimiento de sus hijos. Clementina-Laura estaba tan feliz con sus gansitos, sentía algo dentro de su ser que no podía expresarlo más que con graznidos. Salvo a nuestra ama-abuela, a nadie dejaba acercarse a sus polluelos, aún contra los muchachos la emprendía a picotazos, ya no se diga con Darky-yo, pues apenas lo veía y se ponía a graznar furiosa, al grado tal que ahora era él quien se asustaba, a pesar de haber sido desde un principio el asustador. Sí, Clementina-Laura era una verdadera madre; por cierto dado que Laura siempre obtenía los primeros lugares, todos decían que se creía "la mamá de los pollitos", que lejos estaban de imaginar que no andaban tan errados, ella en efecto era "la mamá de los gansitos". Por un buen rato continuamos viendo escenas de nuestra vida pasada y la verdad nos parecía que no había nada mejor que volver a vivir el ayer. Todo parecía indicar que nada perturbaría esas vivencias, sin embargo algo logró obscurecer el panorama:

Es mediodía y el amo-abuelo se prepara para salir; antes de montar en su caballo se despide de su esposa con un beso, ésta tiene en sus brazos a Clementina-Laura y no cesa de acariciarla, por lo que se siente feliz; así mismo, cada uno de los muchachos se despide de su padre, quien, luego de acariciar la cabeza del Darky-yo, monta en su caballo y sale galopando, seguido muy de cerca, casi al parejo por el propio Darky-yo, quien lanza el mejor de sus ladridos. A los pocos minutos Darky-yo regresa cansado a la casa, pero en cuanto ve a su amo más pequeño (mi padre) corre para jugar con él, al pasar por la fuente lanza unos cuantos ladridos de advertencia a Clementina-Laura, la cual se encuentra en la parte baja de la misma tomando un baño. De pronto se empiezan a oír unas risas prolongadas y se logra ver a varios hombres que se acercan a la casa, el ama-abuela corre hacia Carlitos-mi padre y con un rápido movimiento lo levanta del suelo y en seguida se meten a la casa, por la sorpresa Darky-yo mecánicamente va con ellos y escucha como el ama-abuela, con gritos histéricos, va llamando a cada uno de sus hijos. Ya se encuentran todos adentro cuando llegan los hombres y se ponen a gritar puras incoherencias, al parecer vienen ebrios o están bajo los efectos de alguna droga. Comienzan a destruir todo cuanto encuentran a su paso y uno de ellos descubre a Clementina-Laura, quien se había quedado afuera; toda asustada corre graznando como loca y busca un refugio seguro, pero cuanto lugar encuentra es destruido a patadas, en medio de risotadas; ya no aguanta más, ha corrido más de lo que pudiera hacer cualquier ganso y aún tiene a esos ebrios tras de sí, en su desesperación se ha salido del terreno de la casa y ahora se encuentra en campo abierto, a merced de aquellos hombres, está a punto de caer rendida, en eso una bala atraviesa su cuerpo.

- ¡No, no ayyy! - Laura alcanzó a ahogar sus gritos, al tiempo que ya se empezaba a disipar la imagen de mi mente, en cambio, ella continuaba reviviendo los mismos sentimientos que tuvo en aquella ocasión, al ver que su fin se acercaba lanzó un último grito de desesperación, que como dije antes, logró controlar rápidamente, cortando la escena onírica al sólo abrir los ojos, era el despertar de una pesadilla; en cuanto me soltó la mano, yo también abrí los míos

- ¿Estás bien? - le pregunté - ¿Te pasa algo?

- No, nada, ya estoy más tranquila

- Me alegro

- ¿Sabes una cosa? Ahora ya sé el porqué de mi temor a los espacios abiertos

- ¿Te refieres a la persecución en...?

- Si, exactamente, todos mis temores se reducen a que en aquella ocasión no pude hallar un lugar donde esconderme, en todos los sitios que lograba meterme llegaban los facinerosos y me maltrataban, luego cuando estuve en campo abierto yo sentí que había llegado mi fin, ya no tenía hacia donde correr y entonces ese horrible hombre que empezó a disparar...

- No sigas Laurita, te puede hacer mal, ya te he comprendido

- No te preocupes, estoy bien; es más, casi puedo afirmar que ya me curé de mi fobia

- ¿Estás segura? Perdona que lo dude, pero es que no creo que una vida tenga relación con la otra. Yo todavía no creo del todo eso de la reencarnación, pero aún aceptándolo no creo que lo que te pase en una vida repercuta en la otra

- Reconozco que no tengo argumentos para rebatir tu tesis, pero nada perdemos con probar, ¿me permites?

- ¿Qué vas a hacer?

- Abrir la ventana, si siento temor es que tienes razón, si no, es que estoy curada.

Un tanto perplejo me levanté y le cedí mi asiento junto a la ventana, ella, con la mano un poco temblorosa, comenzó a levantar la cortina, mas cuando iba por la mitad con un rápido y decidido movimiento terminó de abrir y durante unos segundos se quedó mirando hacia afuera, un débil sol del amanecer nos iluminó los rostros. Luego se volvió hacía mí y con un "¿ves?, te lo dije" se puso a abrazarme y a besarme en la mejilla, repitiendo constantemente que ya estaba curada. En eso, cuando ya no aguanté más, me separé de una manera brusca, lo acepto, como diciendo: "tú estarás curada, pero yo aún no".

- Oh discúlpame, pero es tanta mi emoción que no pude resistir las ganas de abrazar a alguien y compartir mi alegría

- Mira Laurita, en lo que respecta a mí no hay problema, yo comprendo tu alegría y total, con aguantarme un poquito nada pasará. Pero en cuanto a ti no quisiera desilusionarte, sin embargo queda la "prueba de fuego" , cuando lleguemos a la calle podrás comprobar si realmente estás curada o no

- Ansío estar en la calle, en el parque, en los bosques, en todos esos sitios que no he podido disfrutar

- Está bien, no te contradigo, lo único que quisiera dejar asentado es que sea lo que sea, suceda, lo que suceda, de cualquier forma podrás contar conmigo

- ¡Que lindo gracias!

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