Capítulo 2

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El camino hasta la Academia transcurre en un silencio cómodo. Taeyong va conduciendo y siente la presencia de Ten como un viento que le transmite calma. Ten también está muy pensativo.

-¿Ocurre algo? -Se sorprende cuando la pregunta sale sin permiso. No puede evitar preocuparse.

Ten niega con la cabeza y lo mira sonriendo suavemente. Taeyong de inmediato regresa la atención al tráfico de su alrededor.

-Yoonoh también está ocupado hoy. -Comparte Ten. -Le hablé para preguntarle por qué Doyoung estaba tan raro y si tal vez quería ir a tomar algo por la tarde, pero dijo que tampoco puede.

Claro, porque Doyoung y Yoonoh raramente hacen algo separados. Taeyong sabe que ambos estarán con él, pero eso es algo que no le puede decir a Ten.

-Pero tú ya sabes que ellos están pegados de la cadera, Tennie. -Le recuerda. -Tal vez van a hacer algo juntos.

-Es lo más seguro, pero Doyoung no me dijo nada cuando le pregunté por sus planes, así que creí que, por una vez, no lo pasarían juntos.

-Bueno, tratándose de ambos, lo raro sería que no lo hicieran. -Sentencia de manera suave. Lo que menos quiere es que Ten siga hablando del asunto.

-Y espera a que estén casados… -Murmura Ten en voz baja y sabe que es hora de cambiar el tema definitivamente.

-¿Estás seguro de que no quieres que vaya por ti?

Ante la pregunta, Ten empieza a hablar de forma desenfrenada sobre por qué debería de darle prioridad a la supuesta reunión que tiene programada y preocuparse menos por él; Taeyong asiente y murmura monosílabos cuando siente que es conveniente pero no dice mucho más que eso, enfocándose en la conducción y tratando de controlar sus nervios para empezar el resto de su vida, que prácticamente empieza esa misma tarde.

Cuando llegan a la entrada del enorme edificio de apariencia barroca, Ten voltea y lo jala del cuello para acercarlo, sorprendiéndolo en el proceso de desabrocharse el cinturón. Al parecer, Ten es más rápido que él hasta para ese tipo de cosas simples.

-Te amo, Lee Taeyong. -Susurra Ten bajito. Las comisuras de Taeyong se estiran a más no poder. -Si pudiera llevarte conmigo a todas partes, lo haría. No puedo esperar por ser capaz de hacerlo.
Taeyong empieza a preguntarse si se refiere a lo que cree que se refiere (¿Ten también estará listo para dar el siguiente paso?) o si solo está hablando de lo ocupado que está con el trabajo en la disquera. Y antes de que pueda llegar a formar una conclusión, Ten lo besa de lleno en los labios.

Y Taeyong vuelve a caer como la primera vez que se besaron. Como la segunda, y la tercera y la cuarta; como cada una de las veces que sus labios se rozan y es como si nada más existiera en el mundo. Los dulces labios de Ten sobre los suyos, y su lengua peleando por entrar en su boca, y rindiéndose en el mismo momento en que él toma su labio inferior entre los dientes, y por fin reclama como suya la cavidad bucal del menor. Ten emitiendo los más dulces sonidos que podrían volverlo loco. Ten enredando sus tiernos dedos en el cabello de atrás de su cabeza, y jalando para conseguir un poco de control. Y Taeyong lo deja. Porque es perfecto. Porque cada cosa, cada acción de Ten, cada sonido que sale de sus labios, roza la perfección. Y no le gustaría de ninguna otra manera.

Por fin, Ten se despega y junta sus frentes. La respiración agitada y los ojos sonrientes.

-Tengo que irme, Taeyongie. -Susurra una vez más y gira medio cuerpo para entreabrir la puerta del auto.

Taeyong solo puede asentir. Hay algo en los besos de Ten que siempre lo deja mareado. Perfección.

-Me avisas cuando llegues a la oficina. Te amo. -Dice Ten para despedirse, regalándole un último beso para después salir por la puerta y ondear su mano en un gesto de “adiós”.

Just A Ring (taeten)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora