-¿Vamos a dar una vuelta?
-De acuerdo.
Fuimos a una heladería. Por el camino no dije nada, estaba sorprendida, pero feliz. No se enfado conmigo, ni me dejo de hablar. Simplemente lo tomo con naturalidad. Mientras que yo, solo podía mirarla y suspirar aliviada. Cuando nuestras miradas se cruzaban ella sonreía, como si quería decirme que no me preocupara. Y yo no podía evitar sonreír también.
Cuando llegamos, antes de entrar poso su mano en mi hombro diciendo lo siguiente:
-Venga va, estate tranquila -sonrió- no voy a dejar de ser tu amiga por tus sentimientos, y lo sabes. Así que te pido por favor que vuelvas a ser la infantil que eras siempre.
No pude evitar reírme.
-Perdón, es que la impresión sigue ahí.
-Esta vez te perdono, pero que no vuelva a pasar ¿e?
Yo le asentí con la cabeza mientras entrabamos a la heladería.
Pedimos cada una uno de nuestro sabor favorito y nos sentamos a hablar. Estaba tan cómoda y tan a gusto hablando con ella, que el tiempo se me paso volando. Me gustaba hablar con ella. Me sentía muy cómoda. Junto a ella podía ser yo misma sin temor alguno. Ella se portaba igual de bien como antes.
Estuvimos alrededor de 2 horas y poco mas, aun que para mi había sido apenas un minuto.
Hartas de estar sentadas decidimos ir a dar una vuelta hasta que llegase la noche. Mientras dábamos un paseo me dijo que si quería podría ir con ella y sus amigas en el recreo y que en el comedor si quería también me podría poner con ellas que a sus amigas no les importaría seguramente. Yo no le respondí, no estaba segura. Eran demasiados cambios para mí en un día. Pero ella se detuvo, se quedo mirándome y me levantó la cara de la barbilla.
-No te preocupes, no te dirán ni aran nada. Son buenas en el fondo.
No pude negarlo después de eso… Su mirada… Su tono… Su sonrisa… Eso me podía.
Las horas restantes las pasamos en una plaza jugando a juegos estúpidos, contando cosas graciosas… Hasta que ella se tuvo que ir.
Ella miro su reloj y dijo:
-Baya… Me tengo que ir ya para casa. A sido un placer haber pasado esta tarde contigo y conocerte más. -Sonrió y me dio un beso en la mejilla- Hasta la próxima, y recuerda lo del recreo.
La vi irse en dirección a su calle. Quita, asombrada, petrificada. Ese beso no me lo espere, pero no puedo negar que me gusto. Sonreí mientras me dirigía a mi casa recordándolo.