El juicio.

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La ropa volaba por la habitación. Por la ventana se veía el atardecer que traía calor y humedad. El sonido del ventilador amortiguaba los resoplidos de Jazmín  que casi metida dentro del ropero, buscaba un vestido usado el último verano.

Del otro lado de la habitación Fernando trataba de adivinar qué remera había usado previamente para no repetir.

-¿Que pensas tanto? Pregunto Jazmín mientras se probaba su vestido blanco con dibujos de limones. 

-No se que remera llevar. La de V de Vendetta la use ayer pero no tiene mal olor, y la de matrix está limpia- respondió Fernando con ambas remeras en la mano.

-¡Y lleva la de Matrix!- Con el vestido ya puesto, Jazmin ahora trataba de emprolijar su flequillo.

-Lo que pasa es que a Marcos no le gusta Matrix, dice que el final es malisimo, para mi que…- La respuesta quedó ahogada cuando vio la cara de Jazmín arqueando los ojos.

-¡Sabes que no los veo hace un montón! Dijo Fernando de manera suplicante.

-No quiero generar los mismos debates de siempre, hace mucho que no nos reunimos. Es increible como pasa el tiempo. Ni me acuerdo la ultima vez que nos juntamos ¿Fue hace tres años? Ya ni sé la verdad.-

 Mientras hablaba se veía en el reflejo de la ventana. Pensaba que en el último año el tiempo había caído sobre sus hombros, dejándolo cansado y algo melancólico.

-No entiendo por que le das tanto valor a personas que hace tanto no ves.- Dijo Jazmín en tono dubitativo.

-Hay cosas que mejor dejarlas en el pasado. ¡Ojo! No es que me caían mal… 

-¿Pero? - Intervino rápidamente Fernando

-Le pones mucho valor a tu pasado o mejor dicho, a las personas que hay en él. Mirá, no creo que hoy te hagas íntimo amigo de una persona como Marcos, por ejemplo.

-Jeje, es un rata ese, pero se hace querer.

-¡Es un pelotudo, Fernando, por favor! Dijo Jazmín dejándose un ojo a medio delinear. -Por culpa de personas como él, yo la pasé como el orto en el secundario.

Fernando entendía lo que le decía su novia, pero este se vio obligado a defender a su grupo de amigos, aunque no sabía bien por qué. 

Claramente tenía razón Jazmín, la había pasado mal en el secundario. Objeto de burlas por su pelo teñido, su ropa fuera de la norma de aquel momento y porque lo cuestionaba todo. Marcos había sido artífice de muchas de esas bromas, las cuales Fernando nunca compartido pero fue un cómplice silencioso de ellas. Poco a poco sus recuerdos de la adolescencia comenzaron a ser reales y ese brillo inocente estaba desapareciendo. Fernando, desesperado, lo trato de recuperar.

-No me junto para verlo a él, sino a todos los chicos. Recordar los buenos momentos, mas allá de todo lo malo. Eramos pendejos. Boludos. Muchos cambiamos…-Mientras Fernando escuchaba sus palabras, veía como estas se desmoronaban al describir aquellos tiempos.

Dejó la charla y se dedicó a prepararse para salir. Jazmín distraída, se dedicó a ultimar los detalles para la reunión que tendría con sus amigos.

En aquella extraña hora azul, ahora el cielo parecía intervenido por un pintor caprichoso que solo usaba el violeta y el turquesa para expresarse. La pareja caminó buscando un encuadre para retratar en una foto aquella postal. 

A Fernando aquella breve charla en la habitación lo dejó reflexionando. De alguna manera se sintió obligado a ir a aquella reunión con viejos amigos con los cuales solo compartían vivencias pasadas, y a los que ahora no los unía ni una misma ideología, ni siquiera la misma música o libros.  

Fernando soltó unas pregunta al aire.

-¿Puedo querer a una persona que está parada enfrente de mi pensamiento ideológico?

Aquella pregunta la agarró desprevenida a Jazmín, lo miro y reflexiono en silencio, hasta que finalmente dijo:

-Te terminan comiendo, el silencio, asentir para complacer, te termina envenenando y te convertís en uno de ellos.

Habían llegado a la parada y el colectivo estaba próximo, Jazmín tenía mil cosas para decirle pero resolvió todo con un beso y una mirada que Fernando no pudo sostener.

El se quedó al costado de la calle viendo como el colectivo agarraba su carril exclusivo mientras se daba cuenta que la noche había llegado y con ella el momento de tomar una decisión.

Camino hacia el bar, quedaba en un callejón empedrado, decorado con guirnaldas de colores. Aquel centro cultural se había convertido en bar, solo quedaba un pequeño escenario donde se encontraba un pibe tocando un blues bastante mal, el piano lloraba a su lado. 

Del lado de la pared, al aire libre, se encontraba la mesa con todos sus viejos amigos.

Desde la entrada se escuchaban sus gritos y sus risas. Quería salir ya mismo de ir, pero algo lo empujaba a seguir ¿Por que tenía esa dicotomía?. “Es un rato nomas, un ratito y rajo” Ese fue su consuelo.

LLegando a la mesa ya pudo escuchar la voz de Marcos que decía:

-La otra vuelta me cogi a una mina, ¡era bien puta!-. Al verlo a Fernando, éste exclamó:

-¡Pero mira quien se dignó a venir, pollera! La cara que tenes hermano, esa mina te esta consumiendo, pareces un judío saliendo de Maschwitz.

- Auswitch en todo caso.- El tono de Fernando era glaciar y Marcos lo percibió al instante.

-¡Eeeeee! Quedate tranquilo, vení, sentate. ¡He mozaza! Venite para aca, a ver ¿Como te llamas?

-Lucila-. Respondió la moza a secas.

-Lu, hermosa, divina, escuchame, traeme una buena pinta para este hombre y si podés tu numero ¿Te parece? 

Lucila, falseo su sonrisa al igual que Fernando, que no sabía como escapar de aquella situación. Ya sentado se vio reflejado en un espejo enorme que había como decoración. 

Mientras todos sus amigos se reían, tomaban y molestaban a quien pasase cerca de la mesa, él se miró en aquel espejo. Se vio y se imaginó a su alrededor una especie de humanoides de boca grande que no paraba de babear y ojos saltones para mirarlo todo. 

Se tomó unas cuantas pintas para olvidar esa imagen y para juntar coraje para decir lo que tenía que decir, pero las horas pasaban y sus palabras estaban ahogadas.

-¡He Fer! te acordas cuando nos cogimos a Beti, como le encantaba la fiesta a esa, estaba re drogada la mina, jajajaja!

Fernando tomó su pinta de un trago, pidió otra, y se rio. Comenzó a reírse de todo.

Se rió tanto que sus pantalones se humedecieron. La cerveza se le resbalaba por la barbilla y no dejaba de reír, mientras en su mente se libraba un juicio que él quería callar con alcohol.

Los pensamientos volaban a mil ¿Que paso, cuando, que hice? y cuando venía la respuesta él la bajaba con un trago de cerveza. 

Fue hasta la barra. Uno, dos tres. Los shots de tequila servían para acallar las voces.

A tientas llegó a la mesa, le vibro y el celular y lo agarro. Falto de reflejos no pudo hablar, así que Marcos, que siempre estaba a su lado, hablo por el.

-Jazmin, ¿como andas? No acá el Fer esta hablando no lo quiero interrumpir. A ver si me lo dejas salir mas seguido, ¡he!. Bueno para un poco no te hagas la viva.

Toma Fer, la rompebolas de tu mujer.

Fer agarro el celular, se estaba tambaleando y solo le salio decirle

-No rompas que estoy con los pibes.

Después de cortar se vio en el espejo, vio a todos los monstruos babeando arriba de la mesa, se buscó y se dio cuenta, que el tambien se habia convertido en uno, en realidad, siempre lo había sido.

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⏰ Última actualización: Mar 30, 2020 ⏰

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