Las cicatrices de Claude

Prólogo

Nuestras acciones pueden influir en Miles de personas, y me hubiese gustado saber eso, mucho antes de encontrarme en está situación, tener un estilo de vida agitada como lo es en el mundo de la fama a veces hace que te olvides de quién eras, de que eras antes de que tu nombre fuese aclamado por Miles de personas, y poco a poco tu salud mental se va carcomiendo, ¿La gota que derrama el vaso? Una llamada, una llamada dónde te dicen que la chica a la que le hiciste molestaste durante toda su infancia se ha suicidado.

Y si, en una fracción de segundos es como todo puede ponerse en pausa, te pierdes, comienzas a darte cuenta que has cometido grandes errores, que has creado una imagen de fachada que no tiene nada que ver con lo que solías ser, y comienzas a dudar sobre quién eres, ¿Cuál es la verdadera esencia? Perderse a si mismo es como si de repente tu mente se pusiera en Mute, las personas no cambian, estoy cada vez más convencida de ello.

Una nota bastó, una nota con mi nombre en uno de esos tantos días lluviosos que tenía Seattle, siempre anhelé ser la razón de alguien, pero nunca pensé que sería ese tipo de razón, las cosas se complican, comienzan los antidepresivos, una disquera demandante, un estilo de vida estresante, un representante pidiendo números y cifras,gente diciendo cuánto me ama y el ejemplo a seguir que soy, estás son más razones de las que pensé que podrían llevarme a la decisión que he tomado, acabar con el monstruo.

Un tren, un chico con el corazón roto, dos caminos turbulentos a punto de encontrarse.

Yo me había rendido, él apareció como un destello y quien diría que un fuerte abrazo desencadenaría el comienzo de una nueva historia.

Dos almas rotas, ambas con cicatrices internas.

Y así fue como Claude Moldoveanu me enseñó que hasta la cicatriz más profunda podía disiparse, pero he aquí un problema.

El dejo una cicatriz mucho más grande en mi.