Cereal con sabor a cigarro

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Hoy comí cereal con sabor a cigarro; hoy comí cereal en una taza azul de porcelana barata, una taza con un cereal de una marca cara, Hoy, que no sé qué día es.

Hoy que el despertar no supe ni quién era, sintiendo todo ajeno, impropio al lugar de los sueños. Mire la ventana, abierta, y el paso del tiempo se deteriodo ante el constante con el golpeteo de la puerta, agudo sonido que turbaba mi intranquila pasividad. "Abran a quien toca" pensé sin recordar donde me encontraba. Todo era una fina capa invernal, hoy que no logro recordar mis problemas, que no pude identificar el aullar de los lobos en el techo, tardé en comprenderlo, " claro, en la casa de mis padres" recordé "mamá estuvo tocando la puerta y papá tardo abrirle, subió haciendo tic-tic con sus tacones por la escalera y luego peleó con alguien, ¿quién era?, por supuesto, mi hermana, el tic-tic subió y peleó con mi hermana antes de cerrar la puerta con de golpe hueco."

Tantee la cama, y al encontrar el teléfono le mande mensaje a mi mejor amiga.

-Wey, desperté y no se quien soy.

No contestó, algo raro supuse pues una desolación invadió el rumor fuera de la ventana, el frío entró en una ráfaga intensa, intenté conciliar el sueño pero en aquel precioso instante el perro pensó que sería buena idea rascar alguna puerta pidiendo refugio inmediato, ni pude cerrar los ojos.

-¿Cómo es eso?- respondió provocando una gran desespero- Estas loco, Ivan.

-No wey. Hoy me desperté y mi mamá se peleo con mi hermana, pero yo no reconocía a mi mamá- respondí sin pensar en lo que escribía- tal vez no debí dejar la terapia, no me quiero levantar.

-¿Por qué?

-Por que se que si me levanto no me reconoceré en el espejo.

-No digas tonterías- dijo antes de mandar el siguiente mensaje- me estás asustando.

-Me voy a levantar, pero estoy seguro de no reconocerme.

Aparte el celular, pensado en una alternativa para no reflejarme en mi un solo espejo al pararme, mi hermana entró, sin tocar, de un constante mal humor.

-Esto es tuyo, Ivan- dijo sosteniendo algo entre las manos.

-Déjalo en la mesa- y la voz que salió de mi garganta no era la mía, una terrible copia de una voz mucho más extraña.
Ella se fue dejando la puerta entre abierta y fue el momento perfecto para que el perro lograse infiltrarse, ni siquiera me miró, dirigiéndose directamente hacia el bulto de ropa sucia, su atrevimiento me obligó a levantarme e ir directo al baño. Me vi en el espejo y gracias a algún Dios si me reconocí, me lave la cara y después de reafirmar que esa mueca-Sonrisa era la de Ivan salí a saludar a mamá.

Después ellos se fueron, dejándome solo en casa, con la única ánima de acompañante que la de un perro semidormido y un gato perdido, quise cereal, lo serví en una taza azul de porcelana barata, mi favorita.

Y aquí empieza todo otra vez, el cereal tiene sabor a cigarro, lo aparte asqueado, mientas le escribía mi inconformidad a Fany; mi amiga, el sonido seco de la taza rompiéndose alarmo a mis pensamientos, que revolotearon en busca de algo sólido a lo cual sostenerse.

-Wey- dije por mensaje de voz- estaba comiendo cereal y tiene sabor a cigarro, y ahora la taza está rota.

-No juegues Ivan- su voz fluyó través de mi reafirmando su alegría- solo te pasa esto a ti, primero no sabes quien eres y luego fumas cereal con malvaviscos de nicotina.

-Ya no fumo, mamá me lo prohibió, pero este cereal sabe a cigarro.

Ella mandó una carcajada y mientras recogía los pedazos de cristal, pensé:

-Maldito cereal sabor a cigarro.

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