Llevaba una maldita hora en aquellas tierras y ya deseaba salir huyendo sin mirar atrás, coger el primer vuelo de vuelta a mi ciudad y estar con mis abuelos, lejos de lujos, estirados y trabajo.
Mis padres me habían traído en pleno mes de Julio a uno de los hoteles más lujosos de Santa Cruz de Tenerife, pero esto no era lo que yo esperaba cuando les dije que podríamos planear unas vacaciones en familia. Mis progenitores eran organizadores de eventos y los contrataban durante todo el año para conseguir las mejores fiestas, pases de modelos, conciertos etc. Se habían especializado en distintas áreas consiguiendo en un año escalar puestos de dos en dos con la empresa que habían abierto no hace más de un año y medio. Estaba orgullosa de ellos, pero no de la cantidad de horas que le dedicaban al trabajo. Me habían prometido que íbamos a estar los tres, pero sin trabajo de por medio y no cómo estábamos ahora, estaba claro que su principal objetivo era trabajar y no relajarse conmigo.
Bajé a desayunar sola, ellos se habían levantado muy temprano y por ende ya lo habrían hecho. Observé atentamente el buffet que se habría paso frente a mí y admiré cada detalle de aquel espléndido y caro hotel. La elegancia que desprendía era soberbia, perfecta a mis ojos. Un placer que ni los mismísimos Dioses podrían dejar de admirar en algún momento, si la situación fuera otra aprovecharía al máximo la experiencia.
Tras un desayuno digno de los mismísimo reyes, recorrí el lugar. El hotel estaba ambientado en la Grecia clásica llena de esculturas que representaban a héroes y heroínas en cada esquina que había, los muebles estaban elegidos a la perfección para combinarlo con aquella decoración tan clásica y antigua. Era una joya que yo podía admirar de cerca.
Pasé por una de las cuatro piscinas de las que constaba el hotel y la cual estaba junto a la playa privada que tenía aquel maravilloso resort.
—Es una maravilla, ¿verdad? —preguntó una voz masculina a mis espaldas.
—Sí, lo es —dije girándome. Un chico rubio de ojos grises me miraba sonriendo.
—Perdona el atrevimiento, te habías quedado un poco estática a admirando las increíbles vistas. Eso me pasó nada más poner un pie aquí.
—¿Estás alojado aquí? —pregunté curiosa. Era obvio si estaba delante mía, ¿no?
—Algo así, ¿y tú? ¿Has llegado hoy?
—Sí —sonreí, era mono— ¿llevas muchos días aquí?
—Casi un mes, es una preciosidad de sitio. Ojalá pudiera vivir aquí eternamente. Es un museo histórico, el arte rebosa por todos lados, tanto en la arquitectura como en la decoración e incluso en los hospedados —me guiñó un ojo.
—Podrías mostrarme el lugar, si quieres, no estás obligado.
—Me encantaría, pero tengo que ir a vigilar a mis sobrinos, ¿esta noche quieres que demos una vuelta por él lugar? —preguntó mientras metía las manos en los bolsillos de su bañador. Asentí y él sonrió para después irse por donde había venido,.
—¡Oye! ¿Cómo te llamas?
—¿No mola más si hay un aura de misterio? —semi gritó debido a la lejanía que había tomado ya al seguir su camino.
—¿Y como te llamo?
—D, es más que suficiente. Por el momento.
El chico se marchó de allí dejándome algo intrigada y con ganas de saber más acerca de él. Seguí recorriendo cada parte de aquel maravilloso hotel y admirando como aquel chico decía, un museo histórico de arte griego.
—¿Ya os habéis vuelto a colar en el hotel?
—¿Cómo dices? —pregunté confusa.
—¡SEGURIDAD!
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Socorrista {Dani Fernández}
Teen FictionUn viaje en dudas, un hotel y una playa de ensueño. ¿Qué pasaría si un accidente te hiciera conocer al amor de tu vida? ¿Será el tren que cambiará tu rumbo? ¿Una coincidencia o algo más? Escapadas, amistades y el mejor verano que podrás vivir jamá...