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          —¿ENTONCES, EN SERIO ESPERAS QUE nos creamos esa mierda?—me pregunta el mas robusto de todos con una sonrisa burlona.

Pude escuchar a Obi gruñir a mi lado, pero antes de que pudiera avanzar, puse mi brazo frente a él y le di una mirada severa. Retrocedió unos pasos con la cabeza gacha. No me gustaba el tono en el que aquel hombre grandote me estaba hablando pero yo no venía a hacer problema, yo venía con una intención completamente opuesta, la de ayudarlos, así que por el bien de todos tuve que contener el impulso de rodar los ojos y dejar salir mi mala personalidad.

Miré a los Cullen, que me observaban con curiosidad. Estábamos frente a su casa, rodeados de bosque. Ah, me encantaba el olor a tierra mojada y pinos inundando mis fosas nasales.

—Honestamente, es difícil creerle a alguien que luce como Tarzán.—siguió diciendo el pálido y no pude evitar enarcar una ceja.

"¿Qué tiene de malo mi vestimenta?" pienso mientras agacho la mirada discretamente para observarla.

"Creo que no es lo suficientemente sofisticada a lo que los Cullen, con su estilo de vida humanizado, están acostumbrados, Maya." me responde Obi a pesar de estar lejos.

—¿Qué es un "Tarzan"?—pregunto, algo confundida, sonaba como un insulto pero no podía sentirme ofendida si no sabía lo que era. Sacudí mi cabeza, eso no era algo importante en este momento.—No importa, además, sé lo que son, y sé también que no son malas personas.—susurro mientras veo como una cosa gigante de metal llega a unos metros de nosotros y de él salen unas personas.

La rubia gruñe.

En unos segundos, me encuentro dentro de la casa de la familia junto con los demás, escucho la puerta abrirse y puedo ver una figura masculina y una femenina cruzar el umbral de la puerta.

—Bueno, dado que todos están aquí, me hace más fácil la tarea de advertirles el peligro que se acerca.—digo mientras poso mis ojos en cada uno de los presentes.—Y para decirles que soy su aliada.

Y escucho la risa estruendosa de aquel tipo gigante que me ha estado molestando desde que llegué.

—Voy a admitir que eres graciosa, pero no hay ninguna forma de que eso sea posi-

Aquel molesto chico es interrumpido por un miembro de su aquelarre, que rápidamente sostiene a otra chica del brazo.

—¡Alice!-jadea la rubia.—¿Qué ves?—pregunta mientras la abraza por los hombros.

Observo las expresiones de la llamada "Alice" y de otro de sus compañeros, que la mira fijamente y parece que ve lo mismo que ella.

—Es cierto, es un ejército, pero no puedo ver quien es el líder.—sus cejas están fruncidas y su mirada perdida hacía el frente.

—Se los dije.—suelto.—Y por cierto, quiero dejar entrar a Obi, si no les molesta. Nunca me separo tanto de él y a decir verdad empieza a incomodarme un poco el no tenerlo conmigo—digo cuando estoy segura de que la chica está bien.

Uno de ellos asiente y me dirijo a la puerta. Inmediatamente entra y se queda a mi lado, con una pose serena pero listo para atacar si es necesario.

—Entonces, ¿Cómo se supone que podrías ayudarnos?—me pregunta el patriarca del clan.

—Puedo luchar, me verán como una humana extraña, o como "Tarzán", no se quien es ese tipo, pero imagino que es un humano también, pero yo tengo poderes y... son útiles.—confieso.

—¿Qué puedes ofrecernos tu qué no tengamos ya?—pregunta el recién llegado con curiosidad, puedo ver que la chica a su lado es una humana, ésta se refugia detrás de él.

—Puedo curar, los animales me obedecen, creo que podría ser de mucha ayu-

—Ey, eso es genial, así podemos controlar a esos perros y obligarlos a hacer lo que queramos.—me interrumpe el grandote.

De acuerdo, ya estaba comenzando a fastidiarme, ¿Por qué no podía ser un poco más amable conmigo? Es demasiado tosco, no me gusta.

—Yo no les doy órdenes a los animales que los puedan perjudicar, y además, aquí no hay perros.—aclaro.

—Emmett no se refería a perros literalmente, compartimos territorio con unos hombres lobo.—comenta el líder. Levanto una ceja y lo miro con confusión, eso ya lo sabía pero, ¿por qué son tan despectivos con los que no son de su misma especie? Qué groseros.—Pero no queremos controlarlos, tenemos una tregua de paz con ellos por Bella.—carraspea un poco y mira a la chica refugiada.

—Todo esto es muy extraño, Edward.—murmura la chica, Bella, detrás del vampiro, quien atina a consolarla con su brazo en la cintura.

—No te preocupes, vamos a protegerte, todos.—menciona con una voz decidida.

De verdad que no parecían malas personas pero no sabían tratar amablemente a los invitados. La habitación se había quedado en completo silencio, tal parece que la familia necesitaba pensar todo lo que estaba sucediendo.

—Lo que no me queda completamente claro aquí es, ¿por qué razón nos ayudarías?—inquirió la rubia, mientras se cruzaba de brazos.—¿Cuál sería tu beneficio en involucrarse en una guerra por personas que jamás habías visto antes?—espeta.

Suspiré.

"No estaría aquí si quisiera." Digo en mi mente.

—Porque este también es mi territorio y porque es el deber de toda ninfa proteger a su gente.—expliqué.—Sé que es repentino, créanme, me encuentro igual que ustedes... Es aterrador estar en una habitación con una familia que no tiene nada más que intenciones hostiles hacia mi persona.—confieso mientras me revuelvo incómoda ante la mirada atenta de todos los vampiros presentes.

—Claro, pero no puedes culparnos por actuar así, tienes que admitir que tenemos un punto.—comenta uno de ellos y chasqueo la lengua.

—No lo negaré, así que para comenzar a mejorar nuestra relación como compañeros, voy a presentarme formalmente.—digo y me levanto de la silla, tomando una gran bocanada de aire y colocando una impecable sonrisa en mi rostro.—Mi nombre es Maya, y soy la persona que protege el bosque de criaturas hostiles.—digo.

—Bueno, ahora tenemos a un hada de nuestro lado, ¿Qué sigue? ¿Nadar con vagabundos?

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⏰ Última actualización: Jun 19, 2022 ⏰

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Paradise | Seth ClearwaterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora