Parte única: Ven

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¡Pequeño inciso! Esta historia entra dentro del universo de ¿Locos o cuerdos?, mi otro OS publicado. 

Podéis leerlo por separado sin problemas, pero son nuestros mismos protagonistas unos meses después. 

Si vais a leer los dos, primero leed ¿Locos o cuerdos? o os spoileareis parte de la trama :)

Sin más, ¡muchas gracias por leer!

Nos vemos en los comentarios ^^






Cielo, ven. 

Esas palabras. Esas putas palabras son las últimas que su mente ha podido registrar, antes de que sus neuronas se frieran por la imagen que vio a continuación y un problema se instalara de forma automática entre sus piernas. Su prometido, sentado en el sillón de la habitación que comparten, frente al espejo, sudado (seguramente gracias a una de sus sesiones exhaustivas de deporte a las que Agoney solo podía darles las gracias), con el torso marcado descubierto, los pantalones medio desabrochados, descalzo... Y con ese pecaminoso cuello completamente estirado hacia atrás, tentándole, suplicándole. 

Lo mato. Si no me muero antes, lo mato. 

Y es que Agoney estaba conduciendo, de regreso a casa tras un par de días de viaje por trabajo. Pero aún le faltaba una puta media hora para llegar. Y Raoul lo sabía, claro que lo sabía, pero le encantaba provocarle. Tenía la teoría de que cuanto más al límite lo llevaba, mejores eran sus orgasmos. Y pensaba hacer las pruebas que hicieran falta para verificarla. De momento, su teoría ganaba peso cada vez que la ponían a prueba; y ya llevaban unas cuantas. 

Y el móvil suena. Y Agoney no puede no descolgar. Si su tentación particular llama, él responde. Siempre. Pero con el manos libres, que no queremos accidentes ni multas en esta historia. 

- Ago... 

Un gemido que lleva su nombre, eso es lo primero que escucha Agoney al otro lado de la línea. Grave, bajito, sensual... Incendiario. 

- ¿Por qué me haces esto, Raoul? - Es una súplica. 

- Te he echado mucho de menos, cariño. 

- Y yo a ti, ya lo sabes. ¿Pero no podías estarte quietecito un rato más? Joder. - Suena a gemido. Sigue siendo una súplica. 

- Ayúdame, Ago, por fa. Necesito correrme. - Acompañado de una respiración acelerada. 

- No. 

Y como respuesta recibe lo que estaba esperando: un gemido más agudo, un ruido de movimiento contra el sillón, una respiración jadeante, su nombre susurrado entre dientes... 

>> Vas a hacerme caso, Raoul. Si lo haces, te recompensaré, ¿queda claro? - Un sonido extraño como respuesta atraviesa la línea hasta el coche. Y le llega directo a la entrepierna. - He dicho que si queda claro. 

- Sí. - Es un susurro pero le vale. 

- Bien. Desnúdate. Ya te queda poco pero te quiero completamente desnudo frente al espejo. Busca nuestro vibrador preferido, ábrete bien y métetelo. Lo vas a enchufar al nivel cinco y lo vas a dejar ahí. No puedes subirlo, no puedes bajarle intensidad, no puedes masturbarte y, lo más importante, no puedes correrte. ¿Me he explicado bien? 

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