Lagrimas que lloran gente
en el enfermo colectivo.
Repiten lo que escuchan las bocas,
les está prohibido ser felices.
La sonrisa etiquetada en las fotos
y tocarse es un recurso escaso.
Esa es la costumbre, naturalizar
que la realidad tiene esos precios.
No vayan a querer, porque
es conveniente sacar un turno.
Personas procesadas en envases,
empero, quieren ser diferentes.
La voz de la tendencia
es el histerismo que miente
cuando vende planes de vida
que promete pero no cumple.
Todo es impío,
con anteojeras a los lados,
buscando llegar primeros
sin una meta a los lejos.
Ahora la gente
cree con los ojos,
tiene dos caras,
dos bocas
y sienten con las manos.
Nos compramos.
Nos vendemos
y resignamos
por vivir en este mercado.