Luces del bosque

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Basado en el película Hotarubi no mori e.

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El verano estaba presente en el ambiente. El sol brillaba en lo alto del cielo acompañado de esponjosas nubes blancas, la temperatura era alta y el viento escaso, por lo que pocas personas se veían en las calles y en los alrededores, permitiendo que el silencio se asentara en el pueblo.

A Tanjiro, un niño pequeño de seis años, que acababa de llegar al lugar junto a su familia, le pareció extraño que fuera de esta manera, en contraste a la ciudad que siempre emitía algún tipo de sonido, fuesen los pasos de las personas caminando a sus trabajos, el de los automóviles y sus motores y bocinas, el de las máquinas de construcción en cualquier sitio eriazo, entre muchos otros.

Luego de llegar hasta el hogar de sus abuelos, comer y tomar algo refrescante, se dedicó a jugar en el jardín trasero junto a su hermana menor, quien era solo un año menor que él por lo que podían jugar con una pelota y a cosas como las traes o las escondidas.

El resto del día fue pacífico y en menos del tiempo esperado, la noche se asentó en el cielo y todos se fueron a dormir.

Al siguiente día, Tanjiro se despertó antes que su hermana y debido al aburrimiento mientras esperaba a que despertara, decidió pedir permiso a sus padres para salir a explorar y tal vez hacerse amigo de algún niño del lugar. Sus padres se lo permitieron pero antes de que pudiera ir, su abuelo le advirtió que no se acercara ni entrara al bosque de la montaña cercana, pues en ella vivían espíritus y monstruos que podrían hacerle algo. A pesar de que esto asustó al pequeño, luego de ver las risas de sus padres debido a los cuentos fantásticos de su abuelo, el niño se tranquilizó y pensó que simplemente se trataba de eso, solo cuentos. Y ya preparado, salió a explorar alrededor del pueblo.

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A pesar de que Tanjiro intentó mantenerse alejado de la montaña y su bosque, al ser el pueblo tan pequeño, más pronto que tarde se encontró en lo que parecía la entrada a este bosque, pues había un gran torii de piedra justo después de unas pequeñas escaleras.

Tanjiro observó la estructura con curiosidad, pues tenía unas cuerdas a su alrededor, al igual que algunos pergaminos y papeles sostenidos en las mismas.

"Tal vez los cuentos del abuelo eran ciertos...", pensó el niño, acercándose lentamente a las escaleras.

Cuando pisó el primer escalón, el sonido de una campanilla se escuchó a su alrededor a la vez que una corta pero fuerte ráfaga de viento le hiciera cerrar sus ojos; debido al viento un extraño aroma se instaló en aquel lugar, le recordaba a cuando él volvía del colegio durante la tarde y no era capaz de encontrar ni a su madre ni a su padre en casa —debido a sus respectivos trabajos—. Su madre le había explicado, entre muchas disculpas, abrazos y besos, que aquel sentimiento se llamaba soledad, y que era importante que cada vez que se sintiera así, buscase a una persona querida y hablara con ella. Aquel recuerdo hizo que su estómago se revolviera con inseguridad pero a la vez, se sintió seguro gracias a su madre.

Tanjiro abrió los ojos pero no logró encontrar nada notorio a su alrededor, por lo que decidió seguir su camino pero, en cuanto volvió a mirar hacia el frente, la figura de otra persona se encontraba justo debajo del arco de entrada.

Se trataba de un joven, probablemente adolescente, de cabello negro y largo atado en una coleta baja, quien vestía una camisa de mangas cortas, con una mitad de color rojo y la otra con detalles geométricos amarillos y verdes, una camiseta de color blanco debajo y unos pantalones de color negro. En sus pies llevaba unas sandalias planas y sencillas.

A pesar de que parecía una persona normal, lo que más llamó la atención de Tanjiro fue que su rostro no estaba a la vista, pues sobre el llevaba una máscara de un zorro, de color blanco, con unos grandes ojos azules, con sus comisuras de color rojo y una expresión intimidante.

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