d e u x

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La adrenalina se evaporó con el salir del sol en la mañana siguiente, como si no se hubiese tratado nada más que de un extraño sueño. Pero no era así,  aquello había sido real y los crecientes sentimientos de culpabilidad que inundaban su corazón no dejaban de recordarselo.
Las diferentes opiniones de su mente debatían entre sí sobre si lo que estaba haciendo era malo o, por el contrario, no tuviese importancia. Recordaba las palabras de Dulce, pero no podía evitar sentirse sucio, rechazado. Sentirse un pecador. Tenía miedo; estaba completamente aterrado, pues comenzaba a desconocerse.
Y es que todo se habría quedado en aquel día, en aquella casa, si Fargan hubiera acudido un par de horas después. Nada habría ocurrido si aquella puerta no hubiese sido abierta.

Sus dedos recorrieron las sabanas en busca de su teléfono hasta hallarlo debajo de su almohada. Era una mala costumbre dejarlo ahí, pero de cierta forma se sentía más seguro al hacerlo. Tecleó su contraseña rápidamente, desbloquandolo, y buscó entre sus contactos el nombre de Dulce. Le envío un par de mensajes, deseandole los buenos días y comentando la locura del día anterior, pero las horas pasaron y no hubo respuesta.
Suspiró con pesadez y se levantó dispuesto a ducharse, buscando que las frías gotas de agua despejasen su abrumado cerebro.
Quizás era buena idea visitar a Dulce a su trabajo, hacía bastante que no pasaba por allí.

Dulce trabajaba en una pequeña y poco concurrida cafetería que llevaba años estacionada en la ciudad

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Dulce trabajaba en una pequeña y poco concurrida cafetería que llevaba años estacionada en la ciudad. Tenía fama por preparar los cafés más deliciosos y los mejores chocolates calientes, pero también se había ganado sus críticas a causa del mal humor de su anciano jefe y sus miradas impacientes cuando pasabas más del tiempo indicado en una de las mesas.
Cuando Alejandro entró apenas había gente, solo un par de ancianos viendo un partido de fútbol repetido y un señor en traje que parecía repasar un ensayo, enviando miradas furiosas a los señores de tercera edad quienes no dejaban de gritar y emocionarse, por ello Dulce no tardó en cruzarse con su mirada y dirigirse junto a él.

— Alex, ¿qué haces aquí? —preguntó sosteniendo en sus manos una pequeña libreta y un bolígrafo bic, lista para apuntar cualquier pedido.

Parecía nerviosa, aunque por la revisión constante de la hora que hacía a su reloj quizás se encontrase simplemente impaciente. Alex prefirió ignorar aquello, pues podría no ser algo de lo que ella quisiese hablar.

— Vine a verte —confesó.

Dulce detuvo el movimiento constante de girar el bolígrafo de un lado a otro que estaba realizando de pronto, quedándose quieta.

— Sabes que a mi jefe no le gusta verte por aquí —recordó. Desvío la mirada con sus mejillas teñidas de un tierno rosado y murmuró: — Dice que me distraes.

— Lo siento, pero es que no respondías a mis mensajes. Me estaba preocupando.

La castaña levantó una ceja, mostrándose confundida.

— ¿Mensajes? —repitió—. ¡Oh! No había encendido el móvil todavía, llegaba tarde y no tuve tiempo.

Enredó su dedo en su cabello, enroscadolo, jugando con él, perdida en sus pensamientos.

— ¿Quieres tomar algo o...? —Se detuvo sin llegar a terminar la pregunta—. Aunque si solo venías por eso puedes irte ya. Podemos quedar cuando salga del trabajo.

—Oh...claro. Nos vemos luego.

No lo había dicho directamente, pero Alex sintió que lo estaban echando, así que se marchó, sin objetar nada más.

Sus planes de hablar con Dulce y aclarar lo que había sucedido se habían visto cancelados. No lo reconocería, pero en aquel momento se sintió solo, así que con dudas decidió llamar a la persona que siempre lograba distraerse y sacarle unas cuantas sonrisas. Ahora le necesitaba más que nunca.

— ¿Hola? —preguntó la voz al otro lado de la línea nada más descolgar la llamada.

Saliendo del teléfono se escuchaba un gran alboroto, haciendo complicado entender las palabras del contrario, pero hizo el esfuerzo.

— Rubius.

— ¡Oh! ¡Alex! —saludó entre el ruido—. ¿Pasó algo?

—No, nada, solo...¿dónde estás?

— Ah, sí, perdón por el ruido. —Se escuchó un soplido, como si estuviese pidiendo silencio con gestos—. Estaba jugando fútbol con Mangel y Frank, pero acabamos en un bar con unos desconocidos. Están locos.

— En ese caso olvidalo. Quedamos otro día.

— ¿Querías quedar? —Hubo un nuevo detenimiento antes de que el ruido disminuyera. Alex dedujo que habría salido a la calle para hablar—.  ¿Dónde estás? Sé que no te gusta este tipo de locales, por lo que os invito a mi casa. Dame tu dirección e iremos a por ti.

— ¿Eh? No, no quiero ser molestia.

— No digas bobadas. Nunca eres una molestia, tonto. —Su voz tomó un tono de regañina—. ¿Estás en casa?

— No, estoy en el pueblo, enfrente de-

— ¡No me lo digas! —interrumpió—. Lo adivinaré.

Y colgó.
Alex miró incrédulo la pantalla con la mirada finalizada. Rodó los ojos y se sentó en un banco cercano a esperar. Se entretuvo con apreciaciones que había descargado hace tiempo o rebosando sus redes sociales, aunque no pasó mucho cuando Rubén llegó a paso veloz, derrochando emoción, siendo seguido por sus otros dos amigos.

– ¡Toma! —celebró, cerrando su puño y alzandolo victorioso. Señaló a Mangel y sonrió orgulloso —. ¡Me debes diez euros!

Se escuchó un "Joer" por parte del contrario. Frank negó con la cabeza ante su actitud infantil en una sonrisa burlona para luego conectar con los ojos de Alejandro y saludarle sin palabras.
Rubén caminó hacía él y él se levantó para recibirlo, siendo en vuelto en un calido abrazo cuando estuvieron juntos. El mayor revolvió su cabello cariñosamente.

— Sigues tan enano como siempre.

— Y tú tan idiota como siempre —contraatacó divertido.

Rubén abrió la boca para replicar antes de callarse y limitarse a sacarle la lengua.

— Eres muy desagradable. Encima de que te vengo a buscar. — Se cruzó de brazos indignado, pero aquella falsa postura no duró mucho a causa de la risa que escapó de sus labios, acto seguido apretó la mejilla contraria con suavidad y le dio una palmada amistosa en el hombro —. Vamos.

Alex sonrió inconscientemente. Tenía suerte de tener tan buenos amigos.

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⏰ Última actualización: Aug 04, 2020 ⏰

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alexa ; fargexby.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora