El REY DE DAGUELNA
LA CORONA SANGRIENTA
Dedicado a ti,
mi tan buscado
tesoro...
1
La familia real
La noche era oscura y sin viento, en el cielo la luna brillaba con su luz pálida, haciendo centellear las copas de los árboles, las cuales le impedían llegar con demasiada intensidad al suelo del bosque de Golbares. En medio de la oscuridad, y rodeada por innumerables troncos de aspecto sombrío, una débil luz blancuzca iluminaba el camino de su portador. La luz provenía de una pequeña roca adherida a un corto cayado que un hombre sostenía en su mano en alto. Él hombre, un individuo maduro de cabello negro y muy largo, caminaba acompañado por otro sujeto que se le parecía bastante, pero que tenía el cabello levemente más corto, este también portaba en la mano levantada un báculo con una roca luminiscente. Ambos caminaban acompasadamente y moviendo las cabezas y las rocas de un lado a otro, como si buscaran algo entre los árboles y matorrales.
–¡Creo que lo encontré! –indicó de pronto el primero mientras doblaba hacia la izquierda y apresuraba el paso. Atrás, su compañero le siguió con gran expectación. Caminaron un poco más, hasta que al fin el primero de ellos se detuvo frente a un pequeño árbol, muy joven y de escasa estatura– ¡Allí está! –El hombre bajó un poco la mano con la que sostenía el báculo con la roca que le proporcionaba luz, e iluminó el rostro y cuerpo de un pequeño niño de unos seis años que yacía dormido, acurrucado bajo el joven árbol.
–Le avisaré a los demás –dijo el otro hombre luego de ver por un instante al pequeño. Con una gran sonrisa salió corriendo en la dirección por la que habían llegado y desapareció. Muy alegre el hombre corrió por algunos minutos, recorriendo un camino que casi no veía, pero que recordaba muy bien, hasta que llegó a un gran claro entre los árboles y ante él se alzó un gran bullicio y su rostro fue alcanzado por la luminosidad de una fiesta; allí se vio de frente con decenas de personas que hablaban entre ellas, mientras otras más bailaban con una música muy rítmica.
Entre aquella multitud se encontraban varias grandes mesas de piedra sobre las cuales habían sido puestos grandes y deliciosos banquetes y sabrosas bebidas. En las muchas sillas, todas de metal y decoradas con lazos y cintas de vivos colores, estaban sentados principalmente ancianos, niños y mujeres ya un poco maduras, casi todos vestidos con atuendos oscuros con decenas de adornos brillantes de vivos colores. Los más jóvenes, con ropas de colores un poco más claros, eran los que bailaban sin cesar al ritmo de los instrumentos musicales que otros tocaban en una pequeña plataforma localizada en un extremo del claro; algunos de estos instrumentos, los de viento, eran similares a flautas, pero bastante más largas y de color dorado con ornamentos color rojo. Otros instrumentos eran los tambores, grandes y pequeños, también estaban hermosamente decorados y pintados de verde brillante. Todo el gran claro estaba iluminado por muchas rocas como las que portaba aquel hombre en la mano, pero las que iluminaban aquella fiesta eran mucho más grandes y habían sido puestas sobre altos pilares de piedra tallada, decorada con decenas de lazos multicolores. Pero allí mismo había otros pilares igualmente decorados pero más bajos que los anteriores, y sobre estos estaban colocadas otras rocas diferentes: eran de un color rojo brillante y, aunque no emanaban tanta luz como las blancas colocadas en los pilares más altos, si parecían tener una gran utilidad, pues emanaban un calor muy agradable, cosa importante en una noche fría como aquella. Además, varias de estas mismas rocas rojas habían sido apiladas en el centro del claro, todas juntas despedían un calor semejante a una hoguera, y eran utilizadas para cocinar, entre otros alimentos, algunos cerdos y muchos conejos.
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El Rey de Daguelna, La Corona Sangrienta
AdventureDaguelna es un reino muy lejano e inalcanzable, olvidado entre los siglos, las guerras y las catástrofes del mundo. Sus habitantes, amantes de la naturaleza, tienen la característica de compartir un fuerte lazo de carne y sangre con los árboles d...