Prólogo.

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C L A I R E

El día empezó con normalidad. O, al menos, así lo recuerdo. Me desperté de un sobresalto al escuchar la alarma y bufé cuando vi que era demasiado tarde como para dormir cinco minutos más. Me levanté de la cama esquivando toda la ropa y los trastos que tenía desperdigados por el suelo y caminé hasta el baño con la intención de darme una ducha que terminara de espabilarme. Error. El agua estaba helada y era incapaz de ducharme sin agua caliente, por lo que desistí y me aseé con una toalla húmeda a pesar de haberme duchado la noche anterior.

Me vestí lo más rápido posible con ropa elegante que dijera "necesito este trabajo, por favor contrátame". Cogí mi bolso y salí de casa. No siempre usaba el coche para desplazarme de un lugar a otro, pero consideré que hoy era una ocasión especial y conduje hasta la empresa que me haría la entrevista hoy. Con solo 19 años, me he paseado por más entrevistas que una persona de 50. Dejé la universidad apenas la empecé porque no veía claro mi futuro e hice un curso sobre diseño para así poder aprovechar y explotar mi habilidad para dibujar y mi creatividad. Mientras estudiaba, me saqué el carné de conducir y mis padres me regalaron su antiguo coche.

Mis abuelos fallecieron cuando era pequeña y dejaron un piso a mi nombre para cuando fuera mayor de edad, así que me mudé a Londres al empezar la universidad y me quedé a a pesar de haberla dejado poco tiempo después. Estudié y trabajé algunas veces de niñera, las suficientes como para poder pagar algunos gastos del piso. Excepto la luz, ya que mis padres accedieron a pagarla durante un año y medio y ese año y medio estaba llegando a su fin. Intenté encontrar trabajo por todos los medios pero todas y cada una de las oportunidades que tenía, las vi cayendo en el olvido una y otra vez. Nadie quería contratar a una chica joven y sin experiencia en el sector, pero yo me sentía más preparada que nunca.

Cuando llegué a la editorial, puse mi mejor sonrisa sin saber lo que me deparaba el futuro. Entré al edificio y muchas personas me recibieron amablemente y me indicaron dónde me esperaba la jefa del departamento de recursos humanos que se encargaría de evaluarme y ver si era apta para el puesto. 

Spoiler: no conseguí el trabajo ese día.

Salí de la oficina enfadada y me choqué con un chico alto que me miró con curiosidad.

—¿Eres nueva? —Preguntó y fruncí el ceño.

—¿Esta es la cara de alguien que acaba de ser contratada? Yo creo que no. —Bufé y salí de la editorial lo más rápido que mis pies me permitieron.

Cuando llegué al coche, me senté en el asiento del conductor y me quedé en el aparcamiento un largo rato en el que pensaba qué podía hacer. Había asistido a mil entrevistas y ninguna había resultado bien, en cualquier otra circunstancia, podría haber seguido con mi vida, pero ahora tenía un piso que mantener y quería esa independencia. No quería volver a casa de mis padres, me había acostumbrado a la vida de Londres y no quería dejarla. Tampoco quería dejar a mis amigos de aquí. En Bristol ya no me quedaba nada, no tenía nada que me atara allí.

Mi vida estaba aquí.

No llevaba mucho tiempo, apenas tenía un piso del que no podía pagar todos los gastos. No tenía un trabajo y mi familia estaba lejos. Pero aquí me sentía más yo que nunca, este, sin ninguna duda, era mi lugar en el mundo.

Mi móvil sonó en el bolso y lo saqué para ver que se trataba de una llamada de Leah.

—¡Hola bombón! ¿Qué tal ha ido la entrevista? —Preguntó con mucho entusiasmo y suspiré en respuesta. Estaba cansada de vivir la misma situación cada vez que salía de una entrevista. —¿Tan mal ha ido? ¡Tía, no puede ser! ¡Ese era tu trabajo! Estabas preparadísima.

10 días para enamorarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora