IX

245 19 3
                                    


naila;


si digo que me hice pis encima, no les miento dea, re cochina.

miré a mateo, y sonreí. los guardias de seguridad apartaron a la gente haciendo espacio para que nosotros podamos pasar, al llegar al escenario busqué a Juli, y cuando lo encontré le dí una gran sonrisa sin mostrar mi dentadura.

si digo que no estoy nerviosa estaría mintiendo, me dió una crisis como para morir de vergüenza y ahora estoy subiendo al escenario con el flaco que me vuela el bocho.

—¿sale ese acústico de rain?— preguntó una vez parados arriba del escenario. yo lo mire desesperada, ¿qué le pasaba, estaba loco? —dale, no seas mala. ví un par de covers tuyos. y te sabes los acordes. pido una guitarra y la rompemos afa, afa.— su vocabulario me causo risa, no era más rancio porque no le daba tiempo. — ¿qué decís? —

aparte mi vista de él y la centré en el público. era impresionante la euforia que causaba este pibe, sin siquiera darse cuenta. 

—tranquila, es solo gente, la clave es sentirlo y lo demás se minimiza completamente casi al instante. hace de cuanta que estamos los dos solos, en un estudio, en una habitación, en una plaza fumando un churro, en cualquier lado, pero solos.—

suspiré y asentí.

— bueno dale, me convenciste — mateo sonrió como un niño de diez años al que le regalaron un helado de su sabor favorito y se dirigió  a uno de los organizadores del evento. intercambió unas pares de palabras y en pocos minutos teníamos dos banquitos y dos micrófonos, uno para cada uno. 

nos acomodamos y pusimos a altura el pie de nuestro micrófonos. nos sentamos y empezamos a cantar rain. coordinamos como si lo hubiéramos ensayado un montón de veces, como si lo hubiéramos hecho antes en una y mil vidas. aseguro que ambos teníamos la capacidad de compartir un sentimiento único e inigualable, pero a la vez extraño. nuestros tonos de voz se acoplaban a la perfección aunque eso fuera casi imposible por que nuestros tonos eran tan diferentes que eso lograban, encajar, acoplarse y sobre todo completarse, ambos diferentes pero juntos era una sensación espacial, como si de magia se tratase. compartíamos miradas, con un brillo esencial, solo necesitaban mirarnos a los ojos para saber que estábamos disfrutando el momento como nunca antes, nuestra mirada transmitía lo que millones de la palabras no podían, porque era un sentimiento inexplicable.

— perdón si me puse sentimental, perdón si descargué mi furia, ah — finalizó su parte.

— perdón si este tema no te gustó, esto es culpa de un día de lluvia — finalicé la canción con un agudito. 

— boluda, se me puso la piel de pollo. ¡no podes cantar así culiada!, sos épica. — se escuchó un grito eufórico. y ahí me dí cuenta, la cantidad de gente que había y el reducido espacio que tenía para respirar. me baje de mi banco y deje la guitarra criolla apoyada en el mismo, comenzaba a desesperarme y la gente no paraba de aplaudir. 

gritos.

ruido.

aplausos.

y mi respiración agitada.

otro ataque no, por favor. 

mateo se percató de mi inquietud, y sin percatarme lagrimas empezaron a salir. estaba en estado de shock, no caía que acababa de cantar con mi ídolo. 

lejos ; truenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora