Loverdose ♡ soonhoon

22

Era temprano en la mañana cuando vi a Minghao entrar por la puerta de cristal a la oficina, parecía flotar en al aire e irradiar luz y tenía una sonrisa descomunal, casi tenebrosa considerando que él no es de sonreír tanto. Dejé de teclear en mi computadora para detenerme a verlo y él se acercó a mi puesto, dando saltitos a su paso. 

—Buenos días, JiHoon.— me saludó con un tono sumamente dulce, casi sentí asco.—¿Cómo estás?

—Asustado.— dije tras verlo de pies a cabeza.—¿Acaso hueles a...

—Limón. Descubrí que me encantan las fragancias cítricas.— me contestó alegre.—¿Te gusta?— lo miré sin contestar, estaba sin palabras. 

—Sí, creo...— no quise seguir hablando con él porque me parecía que Minghao no era el que estaba frente a mí, pero al recordar lo que pasó ayer, la curiosidad me invadió.—¿Cómo te fue ayer?

—De maravilla.— su sonrisa se ensanchó aún más, no entendía como es que no se lesionaba las mejillas.—Jun es un hombre muy encantador. 

—Vaya que lo veo, ¿estás bien?

—Claro, me encuentro perfecto.— su mirada se clavó más allá de la habitación, algo al parecer llegó a su mente y estaba embelesado recordándolo. 

—¿Puedo preguntarte por qué estás tan feliz?— me atreví a decir. 

—Tuvimos sexo. 

—¿Qué?

—No, hicimos el amor.— aclaró. 

—¿Es una broma, verdad?— atiné a decir, mi mandíbula se cayó tan pronto como lo oí decir eso.

—No, y fue perfecto. 

—Minghao, lo conociste ayer.

—No, lo conocí cuando vino FIREWORK a la agencia y tuvimos química desde el primer momento.— explicó antes de apoyar ambas manos en el teclado y me miró fijamente.—Vi la oportunidad y la aproveché. 

—Eso escaló muy rápido. Eres un caliente. 

—Ya te dije que no fue solo sexo, hubo sentimientos más profundos allí.— me hablaba completamente convencido de ello. 

—Profundo. ¿Profundo te lo enterró él?— recibí un zape con fuerza. 

—No seas idiota.— soltó molesto.

—De acuerdo, de acuerdo.— alcé ambas manos en señal de inocencia.—No te diré nada más.

—Más te vale.— Minghao se apartó para empezar a caminar a su oficina, pero de improvisto lo llamé al recordar algo, se volvió.—¿Si?

—¿Tienes lo que te pedí?

—Ah, sí. Toma.— el chino sacó el cuaderno fotografiado de su bolso y me lo entregó.

—Gracias.— le sonreí revisando el objeto y luego guardándolo en uno de mis cajones. 

—Por suerte me acordé de pedírselo antes de que todo pasara.— lo miré con cara de asco y el se rió.—Oye, por cierto, ¿tú y SoonYoung no han...

—No.— se me salió por si sola la respuesta, dado que le vergüenza me consumió en fracciones de segundo.—Bueno, no aún. 

—¿Por qué?, ya llevan más de un mes saliendo. 

—Pero aún no somos novios...

—¿Y eso qué?— me crucé de brazos. 

—Quiero llevar las cosas con calma, Hao, no como tú que te acuestas en la primera cita.— espeté lo último.