Capitulo 1 : En camino al Desastre

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Había estado dos benditas semanas esperando este momento, preparándome con todo lo que tenía, aprovechando cada instante, cada espacio libre…. Pero no había sido suficiente…. no lo había sido, había tenido  la evidencia frente a mis manos, las puntas arrugadas a causa del fiero agarre que le había impuesto al triste material, francamente estaba  furiosa…de nada había servido todo mi esfuerzo, me había sacado un maldito 3.7 en investigación cualitativa, a pesar de estudiar hasta que mi psiquis gritara ¨basta, no puedo procesar mas¨.

Lo  peor de todo fue la sonrisa que me brindo la profesora, se regocijaba en mi desgracia. Era  sínica, maldita sea,  la odiaba. Mejor  dicho todos la odiábamos, hacia nuestra vida una verdadera desgracia, solo cuatro horas con ella, un día a la semana,  te dejaba como resultado un agotamiento sin fin, un dolor de cabeza y dudando de tu propia inteligencia…..y no podía ser mejor momento que recordar esto, en pleno partido de bascketball.

-Maldita sea, Antonella-gruño Amaya, frente a mí. Con sus manos apoyadas en sus pronunciadas caderas-Que demonios se necesita para que, de una  vez te concentres en el partido

Mire a nuestra entrenadora, agotada. Realmente esta semana había sido un desastre. Todo me había salido muy mal. Tres certámenes con notas deficientes, una nota de demerito en el trabajo y dos partidos perdidos. A demás, mi compañera de departamento, y mi mejor amiga, me había cambiado por su nuevo novio, Matías.

-Si quiera me estas escuchando-grito ahora, desesperada- Ve al maldito banco-seguí la dirección de su dedo índice. Este apuntaba el rincón de la banca, el lado para los castigados.-Ahora.-Recalco con fiereza- María, suple a la capitana. Que ahora no es más que un estorbo-al final de esta frase, soltó una blasfemia-

Si, esa era nuestra Entrenadora. Todo un amor, con sus palabras. Me resigne y tome asiento, en la bendita banca. Di un respingo, cuando tome asiento. El golpe que me di en la cancha, me dejaría un moretón. Y todo por la culpa, de una tramposa novata que me empujo.

Alguien tomo mi mano, con delicadeza. Reconocí el color de su esmalte, de un verde brillante, Camila. Éramos amigas, desde que nos conocimos, en los principios de la primaria, por mera coincidencia. Hace más de seis años.

-Venga Anto, es solo una mala racha-trató de animarme-debes de tener mil cosas pasando por tu mente, intenta separarlas-me aconsejo, dulcemente-

-No es momento, para que me psicoanalices-gruñí, entre dientes-

Camila cursaba segundo año de psicología, mientras que, por mi parte, cursaba segundo año de idiomas. Éramos amigas, a pesar de ser súper diferentes.

Sonó la campana, indicando  que último periodo había terminado. Mire el marcador con recelo. Solté el aire que retenía cuando lo vi. Gracias a dios, habíamos ganado por dos benditos puntos. Al menos no la había cagado más.

Me encamine con mis demás compañeras, al camarín. La alegría inundaba nuestro equipo, estábamos en las preliminares. Nuestra universidad, participaría otra vez en el campeonato “Tres cintas”. Nunca entendí el nombre. Por qué un campeonato, entre las universidades de todo el país, se llamaba de forma tan cursi.

-Ehy Anto, acuérdate de la celebración-grito Jessy, desde la ducha del rincón- Eso si te libras de Amaya-

-Resople al escucharla-Se que me la tengo merecida, si me dice que corra la cancha cincuenta veces. No es que me agrade, hacerlo tampoco. Si pasa eso, me va a dejar destruida para la fiesta.

-Que pasa contigo, flashwomen-pregunto, Ross- has estado toda la semana, distraída. Se te fundieron los motores-bromeó-

-Tire mi toalla en su cara-Muy graciosa…

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