Capitulo 3 : Deseos Conflictivos

2 0 0
                                    


-Ve a abrir de una vez-fue lo que gruño Jimena, mientras tenía metida las narices en su libro de cálculos. -Por dios, que no puedo estudiar.

Camila sonrió, ante la ironía de Jimena. Esta estaba, recostada en el sillón largo, mirando la televisión con  interés.

-Venga, Anto. No creo que tu primo muerda, o algo por el estilo.-me animo Camila, sonriendo divertida.

Me levante lentamente, demorando el momento varios segundos más. Soy una cobarde, y lo sé con demasiada seguridad. Sobre  todo, en lo que se refiere a las emociones.

El timbre siguió retumbando en el lugar. Solo se detuvo, cuando fui capaz de abrir la puerta, y observar a un hombre de casi un metro noventa. Con aire de suficiencia, y cierto recelo en su expresión.  Vestido en unos pantalones de tela claros, y usando una camisa oscura.

Al principio no lo reconocí. Creo que había olvidado por completo, que Antonio tenía una presencia bastante llamativa. Diría que hasta atractiva.

Nos observamos por varios minutos, sin saber qué diablos decir. Hasta que el dio el primer paso, y me envolvió en un fiero abrazo. Me vi engullida por su musculatura. Y por ende, fui levantada del suelo.
No soy muy alta que digamos, no sobrepaso el metro con setenta.

-Dios…dios…-murmuro Antonio, cerca de mi oído.- No te reconozco. Dios, cuanto has crecido, Elizabeth- estaba nervioso, lo sabía por qué me hablaba en español.-

-casi no te reconozco también-, respondí, con cierta tensión. No estoy acostumbrada, a estas expresiones de afecto. Ni siquiera mis amigas lo hacían. Estaban enteradas, de cómo esto me incomodaba.

El me dedico su sonrisa mas incomoda, casi podía confundirla con una mueca. Y eso no sé si realmente me divertido, o me irrito.

-¿No vas a invitarme a pasar?-pregunto divertido, frente a mi estado de conmoción.-

-Oh…sí, claro pasa-titubee. Esto era demasiado incomodo.-

Las chicas lo miraron, como quien mira un dulce antes de decidir, si comérselo de golpe, o saborearlo primero.

Bueno culpa mía supongo, no les había dicho nada de mi primo. Ahora que recuerdo, Antonio fue bastante popular entre mis compañeras, cuando estaba en la secundaria.

-Ejem-carraspee, sacando del estado de ensoñación a mis amigas. -Chicas, les presento a mi primo Antonio. -el hizo una bendita reverencia, dejando más pasmadas a las chicas. -La que te mira, como si fuera a comerte, es Jimena-bromee, sonriéndole a Antonio, quien también estaba divertido de todo esto. -Y la que está cerca de la televisión, y diría casi derritiéndose allí, es Camila. Te aconsejo que las ignores, cuando se ponen así- le aconseje, negando con la cabeza, por la situación-.

-Ciertamente, creo que están sorprendidas. Elizabeth-respondió Antonio, acercándose al comedor.- Es agradable tu hogar.-su  mirada recorría el lugar, con atención. Su expresión decía, que le agradaba lo que veía.- Pensé que me encontraría, con algo que sería bastante menos confortable. E incluso venía dispuesto, a arrastrarte a mi nueva casa.

-No lo digas ni de broma-dijo Camila, despertando al fin - Tendrás que pasar primero por encima de nosotras. -amenazo ahora, frunciéndome el ceño. -Te dijo de inmediato que, si esa es tu intención, prohibimos tu entrada para el resto de tu vida.

Antonio me observo, preguntándome con la mirada, si ciertamente era en serio lo que decía Camila.

-Puede hacerlo-conteste, encogiéndome de hombros- Camila no amenaza, por nada. Dicho y hecho, es su lema.

-Ehy, no vienes a eso. Primo de Antonella. O si-. Pregunto Jimena, quien se cruzó de brazos, molesta-

-En un principio, lo había pensado. Pero creo que, esta mejor con ustedes, que conmigo.-argumento, serio-Aunque María, mi esposa, quiere que viva con nosotros. Pero después de todo, no puedo obligarte.

Todo Para TíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora