La mañana se asomaba alegremente por la ventana de su habitación, la luz del sol alumbraba plenamente en su rostro...
Haciendo que maldijece para sí.
Kika se giró permitiendo que su cara fuese asfixiada por el cojín en el cual reposó su cabeza durante la madrugada. Era su primer día en la ciudad natal de sus padres y a pesar de estar feliz por ello, estaba muy cansada como para recibir el saludo tan cordial que la mañana le quería regalar. El día anterior pasó toda la tarde y noche arreglando sus cosas dentro de su ahora nueva habitación y, al echarle el último empujón al sofá para dejarlo donde quería, cayó totalmente en coma sobre él.
Ya rendida y sin aire, giró un poco su cabeza e inhaló con fuerza. De verdad que ese cojín era asfixiante. Dejó a su mejilla ser aplastada por el cojín asesino mientras recordaba cosas esenciales como por qué había dormido allí y cómo se llamaba y qué edad tenía. Tomó su teléfono y con un ojo semiabierto y el otro totalmente cerrado observó la hora. Se quejó con pereza.
«Genial, son las seis de la mañana y yo ya estoy consciente de mi existencia»
Intentó volver a dormir, pero la falta de cortinas no la dejó. El día insistía en ponerle a brillar la vida más de lo que podría desear, además de que comenzaba a hacer calor. Recordó por un momento a las chicas con que se juntaba antes y decidió llamarlas. Y no, no era muy temprano para hacerlo.
Marcó y al instante contestó una de ellas.
— ¡Cuidado con el labial que es nue— MI ALMOHADA, SAMANTHA!
Se alejó el teléfono de la oreja por un segundo, totalmente aturdida. Se podía oír la música de fondo y las risas de las demás. Sí, era sábado por la mañana.
— ¿Hola, Esther?
— ¿Hola, sí? ¿Quién es? —contestó entre risas.
— Hablas con Kika —aclaró bostezando.
— ¿Eh? —se sintió la voz un poco más lejos— Vean chicas, es Kika —ya ella lo veía venir, lo que estaba a continuación sería una linda despedida.
Kika tenía unas amigas. Juntas eran un bonito Squad que estaba conformado por chicas clichés: la nerd, la hermosa popular que lleva a la fama por añadidura a sus amigas, la chica emo pero que no es tan emo porque perrea sola mientras escucha a Justin Bieber en su casa, además de ser amiga de las ya mencionadas; la tímida y muy linda, la poco inteligente y de interés. Y sí, esta última es Kika. Se sentía muy bonito para ella no estar sola en sus años de bachillerato, sin embargo, nunca estuvo lo suficientemente cómoda como para contar con ellas. Sus problemas y sus secretos siempre fueron guardados y afrontados sola o junto a mamá.
Sin perder el hilo, cada viernes sin falta este conjunto de amigas hacían una pijamada donde pasaba sólo lo que Dios podría imaginar en una habitación llena de chicas, películas, comida de sobra, risas y gritos. No dormían para nada, luego desayunaban y dormían toda la tarde del sábado para salir de fiesta esa misma noche. El domingo amanecía cada una en su casa, preparada para fundirse en las tareas. Sonaba bonito, ¿Cierto?
— ¿Cómo están?
— ¡Genial! ¡Kika, esperamos que te encuentres bien en tu nueva casa! —dijeron a coro. Y ahí llegó— Tenemos que irnos, ya sabes. Te escribiremos después, ¡Lo prometemos! ¡Te extrañamos!
Y adiós.
Sonaba bonito, sí. Pero nadie era indispensable en el grupo.
A pesar de todo, Kika borró el número de celular. Sabía y estaba consciente de que no la llamarían y se olvidarían de ella porque después de todo, era cierto que las cosas que vivió con ellas fueron grandiosas ya que juntas eran una mezcla explosiva, sin embargo donde vivía ahora estaba lejos, entonces era casi imposible volver a verlas; tampoco se aferró jamás a sus amistades —no por algún evento doloroso o traumático, simplemente no era su estilo—, así que no le afectó demasiado. Las dejó como un bonito recuerdo de su adolescencia. Las quería y admiraba por lo tan lindas personas que eran, pero era todo. No odiaba su antigua ciudad pero tampoco la extrañaba porque en serio que quería venir desde hacía ya tiempo a donde ahora pertenecía.
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❀; simplemente kika.
Random«Padre nuestro que estás en el cielo, arráncame el cuello. Amén» - ¡Suéltame, niño feo! - Richard, Richard Baps, taradita. Para ti, príncipe y salvador. - ¡JA! ¡Ya quisieras... Taradito! -se zafa mientras sonríe orgullosa de sus palabras de defensa...