Como siempre hay que comenzar por el inicio

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Nací el 25 de julio de 1999 y fui bendecida con un padre imperfecto y maravilloso; mi madre en cambio, es cuestionable como persona, pese a ello me siento afortunada de tenerla. No crecí con ninguno de los dos enteramente pero los vínculos entre padres e hijos son eternos. A los 12 años tuve mi primera ilusión y a los 13 me enamoré por primera vez, me siento agradecida por eso. Cuando miro hacia atrás me pregunto: ¿Cómo llegué a esto? Durante mucho tiempo no pude responder esa pregunta, aún ahora siento que no hay una respuesta concreta pero tengo pistas, pequeños indicios que me retornan a la infancia. 

Recuerdo la primera vez en la que me preocupé por mi peso y mi composición corporal, tenía 5 años, era una niña a la que llamaban "gordita" con mucho cariño y yo me sentía orgullosa de serlo, me sentía saludable, alegre y feliz. Sin embargo, eso cambió con la separación de mis padres cuando tuve 6 años. Me quedé con mi papá más por elección propia que por las circunstancias, mi madre fue enviada a cumplir su condena en un penal de mujeres por haber delinquido de diversas formas. Recuerdo que en ese tiempo había sufrido tanto abandono por parte de ella que tenía una infección grave en cada dedo porque me comía las uñas al escucharlos discutir o ver las agresiones hacia mi padre, incluso casi pierdo el índice derecho; también tenía piojos en la cabeza y una parasitosis grave por la cual baje muchísimo de peso. Mi padre me cuidó aunque ahora que he crecido sé que él no puede siempre cuidar de sí mismo; pero, fue él quien me enseñó mi valor como persona. Es una tristeza de que en realidad sólo hayamos pasado un año juntos continuamente, aún hoy no logro entender el porqué no se quedó conmigo constantemente y quizá nunca lo entienda pero no me agobiaré por ello.

Creo que de él aprendí mi sensibilidad humana, siempre regresaba por mí aunque mi madre lo agrediera física y verbalmente; y, he visto que no le importa lastimarse a sí mismo si las personas que él quiere están bien. Yo creí que era "nobleza de alma", lamentablemente la anorexia, la bulimia y los atracones me enseñaron que no importa sin son tu familia o que tanto quieras a las personas, jamás debes permitir que te lastimen.

Pese a haber pasado cosas tan duras, fui una niña feliz. Siempre comía dulces, jugaba mucho, daba mucho amor y lo recibía. Aún hoy me considero una persona con una dulzura y ternura que no es común de encontrar a mi edad. Sin embargo, también sufrí maltrato psicológico por parte de mis tías, abuela y madrastra. Más adelante les contaré eso, sin embargo, no me iré sin decirles de que solía pensar que era la persona más fuerte del mundo mientras sonreía entre lágrimas ante tales difíciles circunstancias. Esta enfermedad me ha enseñado que en realidad no tenía que forzarme a ser fuerte para no preocupar a mis seres queridos, sino que aprender a escuchar mis sentimientos y emociones, aceptarlas y permitirme vivirlas era lo más sano para evitar llenar un vaso que explotaría a mis 19 años. Sí, porque empecé a sufrir esto recién hace un año y 4 meses, tiempo en el cual he aprendido demasiado y sé que podré usar todas experiencias para poder ser más feliz y recorrer con seguridad el camino de la recuperación. 

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⏰ Última actualización: Apr 09, 2020 ⏰

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