La culpa

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Después de lo que pasó va más de visita a la casa de su hermana, no se siente orgulloso de ello. A veces, cuando se dispone a abrir la restaurada barandilla de la casa, se siente tan arrepentido y asqueroso porque sabe que no es digno de pisar el Valle de Godric siquiera.

No tendría que poder mirar a su hermana a los ojos. No es justo que sea él quien la consuele cuando le abruman los recuerdos de su esposo muerto. Nunca mereció conocer a Harry, nunca debió tener su confianza. Talvez si Harry no lo hubiera conocido aún estaría vivo.

Sabe que no debería llorar por Harry como lo hace cada noche, porque eso seguramente ofende al recuerdo de su amigo, no, de su hermano.

—No lo hagas —murmura, y su voz es casi inaudible. Con su brazo aleja la mano de Hermione, quien intenta limpiar sus lágrimas—, por favor, no lo merezco.

Y Hermione no sabe porqué dice eso. Intuye que hay algo de aquél día que no me ha contado, Ginny y la señora Weasley también lo sienten, pero no quieren preguntarle hasta que no esté listo para decirlo por voluntad propia.

Nadie sabe a ciencia cierta el porqué de toda esa vergüenza mezclada con una intensa culpa, que lo carcome y lo ha dejado siendo un fantasma de lo que alguna vez fue. George pensaba que se debía al haber perdido a su "otra parte", después de todo él la había perdido hace mucho, pero eso solo era una verdad a medias.

Y él es incapaz de contarla completa.

En las noches, cuando Hermione pone a sus hijos cuidadosamente bajo las mantas, Ron se acerca a mirarlos cariñosamente desde el marco de la puerta; se detiene por más tiempo en Rose, su pequeña Rose, y cuando la ve respirar tranquilamente, sana; viva como consecuencia de su egoísta decisión, el arrepentimiento se va. Valió la pena.

Pero vuelve a sentirse asqueroso.

Grandes cantidades de bilis suben por su garganta, se estremece y tiene que que aferrarse con las uñas al marco de la puerta. Intenta cerrar los ojos para alejar las náuseas pero al hacerlo se encuentra de frente con la mirada pérdida de Harry, sus ojos verdes están vidriosos, su piel tornándose pálida y fría...

—¡Ron! —Hermione se acerca corriendo a él, Ron no se había dado cuenta de que se había deslizado hasta quedar sentado en el suelo.

Siente su perfume, huele a tranquilidad. Mira sus ojos y estos evocan recuerdos que le parecen de hace años, dónde están ellos tres sentados en la sala común de Gryffindor, rogándole que los ayude con algún informe... Han pasado cuatro meses desde que estuvieran juntos por última vez, charlando de cosas triviales en la oficina de Harry en el ministerio, pero se sienten tan lejanos, y han cambiado tantas cosas...

—Cariño... Cariño, ¿qué tienes? —Ron no le responde, solo la envuelve en un abrazo, y solloza escondido en su pecho.

—No sé cómo continuar, Hermione. No después de lo que hice. —Estalla en llanto y se convulsiona violentamente en los brazos de su esposa.

Hermione toma su rostro mojado entre sus manos.

—Tú no tienes la culpa de nada...

Talvez ella le dice más cosas, pero es lo único que puede entender. Oh, Hermione, si tan solo supieras cuánta culpa tengo, piensa, pero no puede decirlo.

Harry, mi amigo, mi compañero, mi hermano. Por favor, dónde quiera que estés

... perdóname.

Perdóname, hermanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora