La noche caía imperiosa sobre la ciudad de Tokyo. Pronto los faros alumbraron las aceras de las calles, reduciendo la oscuridad con sus luces mortecinas, transformando los objetos y múltiples fachadas en sombras taciturnas, inanimadas.
A mitad de la calle sus pasos se perdieron con el resto de individuos, y el bullicio nocturno que cada noche caracterizaba a aquellas figuras reservadas y otras un tanto provocadoras. Al estrepito noctambulo se le unieron las sirenas de varias patrullas. Una ambulancia cruzó a toda velocidad por la avenida, abriéndose paso entre el tráfico, siendo seguido de cerca por los automóviles de los oficiales.
Las voces de las personas aclamaron alarmadas, señalando el rumbo de las patrullas. Sin embargo, nadie le observó, se perdió entre el bullicio y la sorpresa ajena que caracterizaba el reciente crimen.
Sigilosamente, palpó su bolsillo, verificando que el objeto estuviera en su interior, como si no hubiera tomado ya esa medida previa a su reprobable acción. Sonrió con displicencia y continuó su camino, sin ningun obstáculo de por medio.
Esa noche, alimentó su oscuridad…
*Jadeó contra su oído, rasgando la espalda de su amante, el cual no dejaba de embestirlo con ahínco, haciéndolo temblar de placer bajo su cuerpo. De algún modo, lo quería sentir más profundo y fue por esa razón que Naruto enredó sus piernas en la cintura del moreno. Sentía como el sexo de Sasuke palpitaba dentro de él, húmedo, erecto por la inconmensurable excitación del momento. Siempre era así, y a él le gustaba.
-Naruto…- alcanzó a murmurar en medio del inmenso goce que le proporcionaba el acto. Estaba en el límite y el hecho de que Naruto comenzara a arañar su espalda para canalizar el placer solo consiguió aumentar su éxtasis. El enorme regocijo de escuchar al rubio gemir entrecortado en su oído, pidiéndole más en todos los sentidos.
Ambos cuerpos desbordaban placer, pasión, lujuria. Naruto se mordió el labio inferior cuando la tibia mano de Sasuke exploró su desnudez, viajando desde su cuello hasta sus piernas, colándose hacia sus muslos y presionándolos aun más contra el erecto miembro que no dejaba de penetrarlo con frenesí. No aguantaba más, se estaba conteniendo casi desde que empezaron. Sasuke conocía su punto más sensible y no dudaba en penetrarlo justo en ese sitio, en su próstata. Le encantaba decirle lo mucho que lo ponía el escucharle gemir su nombre con ansias. Un juego de dos, una entrega mutua y un delicioso orgasmo que les sobrevino a ambos entre jadeos y suspiros prolongados.
Sasuke se enterró aun más profundo de él. Y Naruto solo atinó a decir una palabra obscena cuando sus paredes internas se estrecharon aun más para después ser cubiertas por ese líquido caliente y viscoso que ahora descendía por sus piernas. Sin duda, Sasuke era el amante perfecto, y lo había conocido una noche mientras se dirigía a uno de los cuarteles de policía a conseguir trabajo.
Un simple volante que solicitaba un nuevo recluta le había sido entregado afuera de uno de los edificios junto a la clínica donde laboraba su madre. Naruto no había dudado un solo segundo en presentarse, su regocijo fue tal que ni siquiera se fijó en los requisitos. Él aun era menor de edad, en dos meses más cumpliría los dieciocho pero eso no le impidió presentarse a aquella sobria oficina.
Cinco minutos y salió justo como entró. Sin un puesto, ni la posibilidad de tenerlo hasta que fuera mayor de edad. Sin embargo, fue allí donde lo vio. Los oscuros ojos lo estudiaron durante unos segundos.
Un intercambio superfluo de palabras. Un par de insultos ante semejante grado de engreimiento del policía y una extraña conclusión que había parado en la cama de un hotel cercano.
Al menos Sasuke Uchiha no era tan cabroncete como se veía. Siempre lo sacaba de sus casillas con su actitud tan reservada, pero la atracción fue mutua y habían repetido aquella noche durante cuatro meses antes de formalizar su relación.
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Nada es lo que parece.
FanfictionDos amantes, y una muerte que no debió ocurrir. SasuNaru.